Nadie en su sano juicio puede negar la existencia de un peligroso proceso de balcanización en México, propiciado sin lugar a dudas por el mismísimo presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, dedicado hoy por hoy a dividir a los mexicanos con discursos de odios, separatistas.
Existen en Internet infinidad de definiciones sobre balcanización, término geopolítico utilizado originalmente para describir la fragmentación o división de una región o un estado en partes o estados más pequeños, que por lo general son mutuamente hostiles, sin cooperación entre ellos. El término nació a raíz de los conflictos en la Península Balcánica ocurridos durante el siglo XX. La primera balcanización se dio en la guerra de los Balcanes y el término aplicó a las guerras yugoslavas.
Por extensión, el término «balcanización» se ha usado para describir los procesos de división de ciertas culturas en identidades separadas, tales como los ocurridos a finales del siglo XX, muchos con orígenes en movimientos nacionalistas y populistas. Esto último es lo que infortunadamente está sucediendo en México, teniendo como principal divisor al presidente López Obrador.
Todo lo antes escrito fue confirmado este lunes. En su conferencia de prensa matutina, López Obrador volvió a referirse a la “clase media aspiracionista” y lanzó una serie de epítetos contra quienes de manera “egoísta” se dedican al racismo y a la discriminación, de lo cual “el pueblo ya se percató”.
Una vez más, volvió a exhibir la intención de concentrar un poder inadmisible, autoritario y de peligro para la democracia, pues un día sí y otro también desdeña y descalifica a quienes no piensan como él. A diario, desde Palacio Nacional, se lanza la amenaza: “estás conmigo o estás contra mí”. Este fin de semana le tocó la advertencia a los diputados federales que osen votar en contra de la reforma eléctrica de AMLO.
Así las cosas, gentiles lectores, debemos hacer la siguiente pregunta: ¿Cómo podemos identificar a un gobernante autoritario? ¿Lo es López Obrador?
Levitsky y Ziblatt, siguiendo a Linz, ofrecen esta guía: 1) Rechaza reglas democráticas; 2) niega legitimidad a sus oponentes; 3) tolera la violencia; y 4) restringe libertades civiles, incluidos los medios de comunicación.
Aquí es necesario explicar quiénes son Steven Levitsky y Daniel Ziblatt. Se trata de dos catedráticos en el área de Gobierno en la Universidad de Harvard, autores del libro titulado “Cómo mueren las democracias”, de editorial Crown (2018). Y Juan José Linz, nacido en Bonn, Alemania, el 24 de diciembre de 1926, fallecido en New Haven el 1 de octubre de 2013, quien fue un brillante sociólogo y maestro español de ciencia política por la Universidad de Yale. Uno de sus libros más conocidos se titula “La quiebra de las democracias”, publicado en 1978.
Los tres son autoridades para cuestionar, por ejemplo, el debilitamiento de las democracias en cualquier parte del orbe y el advenimiento de caudillos mesiánicos, muy carismáticos, promotores del populismo.
A continuación, desglosamos los cuatro indicadores clave sobre el comportamiento autoritario. Ustedes, gentiles lectores, sacarán sus propias conclusiones y verificarán si existen similitudes con el estilo personal de López Obrador.
1.- Rechaza, ya sea de palabra o acción, las reglas democráticas del juego: sugiere una constitución moral superior, deslegitima elecciones legítimas, reforma la Constitución para consolidar poder personal o partidario.
2.- Niega legitimidad de sus oponentes descritos como enemigos.
3.- Tolera la violencia, alienta el linchamiento de adversarios, aún verbal.
4.- Expresa intolerancia ante críticas y predisposición a utilizar poder (incluyendo monopolio tributario) para castigar o restringir libertades de opositores, incluidos de medios de comunicación.
Una característica de los gobernantes autoritarios es su discurso dirigido al estado emocional de los ciudadanos. López Obrador, con suma frecuencia, se proyecta como víctima de grupos o élites que han tenido “secuestrada a la democracia” (este lunes lo volvió a hacer). Ha prometido, vez tras vez, sepultar a esas élites y reintegrar el poder “al pueblo”. Pero, que nadie se diga engañado.
Cuando estos líderes populistas ganaron las elecciones, asaltaron las instituciones democráticas, debilitándolas y finalmente extinguiéndolas. Hoy en día, hasta los aliados de AMLO están levantando la voz frente a sus tentaciones autoritarias y de un gobierno totalitario. Se están acentuando dos tendencias en el país: los obradoristas y los morenistas, estos últimos preocupados porque el presidente está propiciando la pulverización de su partido, lo cual hizo hace años con el PRD.