Andrés Manuel López Obrador desarrolló una carrera política basada en las mentiras. Eso no es nuevo en la política, todo lo contrario. Las fórmulas que ha ocupado para escalar en el poder hasta convertirse en el presidente más controvertido en la historia reciente pueden ser identificadas, cual enseñanzas de las que aprendió, desde Julio César, en la antigua Roma, hasta Hugo Chávez en la época reciente, pasando por Porfirio Díaz, José Stalin, Fidel Castro, Mao Zedong e incluso Adolfo Hitler. De todos ellos algo tiene, algo practica o algo aplica.
Y ha tenido mucho éxito. Logró ganar la presidencia de la República. Restauró un régimen que creíamos históricamente superado: el del presidencialismo exacerbado, en el que se ve al primer mandatario como una especie de Dios todopoderoso, salvo por las instituciones autónomas que no ha podido destruir o someter, pero a las que sí ha asestado fuertes golpes contra su credibilidad. Dividió a los mexicanos, para mantener cautiva a una clientela electoral, mayoritaria y cada vez más empobrecida, y a un empresariado temeroso de enfrentar al poder autoritario.
Sin embargo, como a estos personajes, la historia también habrá de alcanzarlo. Y así como Julio César fue traicionado por los rufianes a quienes admitió a su lado, a menos que, como Chávez, expire su último aliento antes de imponer a su sucesor, igual podrían traicionarlo aquellos que hoy dicen ser sus leales servidores, porque la lealtad que practican es la basada en el interés personal.
De Porfirio Díaz aprendió a cambiar de opinión, dar una cara y un discurso progresista, democrático, mientras en los hechos consuma sus caprichos y deseos, en un intento por pasar a la historia como el gran transformador. El abuso y la concentración del poder costaron a Porfirio que todo lo bueno que pudo haber hecho, fuera opacado por su notoria ambición y autoritarismo.
El culto a la personalidad de Stalin. El argumento de la defensa de los intereses nacionales, del pueblo, contra los extranjeros, que enarboló por décadas Fidel Castro. La política cultural y educativa de adoctrinamiento de las masas, de Mao, y la repetición sistemática e incansable de mentiras y ataques contra quienes considera sus adversarios, como la del gobierno hitleriano. Todo funcionó en su momento para la preservación del poder, pero también todo ello terminó por desmoronarse, por saberse la verdad.
Hoy, sin ir más lejos, AMLO presumió que se ha incrementado la inversión extranjera en México, como si eso fuera resultado de la confianza, la honestidad y el Estado de Derecho que, según él, se vive ahora en el país, cuando en realidad, si supiera cuáles son los ciclos de producción, si tuviera conocimientos de economía, sabría que ese fue el resultado de la forma en que funciona el capitalismo, el lugar que ocupamos en la globalización y lo barata de la mano de obra mexicana, entre otros factores. Y no que es un resultado de su gobierno.
Seguro va a seguir repitiendo estas fórmulas propagandísticas, una de dos, hasta su último día en la vida pública o hasta que el pueblo se dé cuenta de los engaños a los que fue sometido, y sea exhibido, juzgado por la historia.
Y para iniciados
Una profunda preocupación que raya en la desesperación invade las oficinas del sector salud en la entidad. La instrumentación del programa IMSS Bienestar en Morelos pretende caminar a paso veloz y eso no daría tiempo para que documentalmente arreglen el desastre financiero que han querido ocultar, al no trasparentar el uso y destino de los recursos recibidos de la federación. Y eso podría acabar en responsabilidades penales para varios funcionarios del actual gobierno.
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