En artículos anteriores he abordado el tema de la sanción, en esta ocasión trataré de dar respuesta a la siguiente interrogante ¿Los ciudadanos actuamos por obediencia a la norma o por temor a la sanción? o ¿simplemente, por amor a la justicia?
Es conocido por todos los ciudadanos que cada delito debe asociársele un castigo y a cada ofensa contra la moral debe asociársele un repudio social. Describía John Austin destacado jurista británico que no es lo mismo actuar por miedo a sufrir, que actuar por la preferencia de lo bueno, porque cumplir la norma es como elegir dos opciones, una buena y otra mala; es decir, que una te da más ventajas que la otra opción, pero si elegimos la buena, no es por miedo a la mala, sino que resulta más favorable; el individuo tiende normalmente a preferir las ventajas que las desventajas, porque no actúa exclusivamente por el miedo a la sanción. Según Austin, “donde los deseos del hombre son habitualmente adversos a su deber, podemos propiamente decir que el estado de su mente tiene una disposición a la injusticia”.
De lo anterior se desprende que el ciudadano cumple sus deberes por miedo a la sanción, en otro sentido se manifiesta que ese sujeto no estaría adherido a la idea de la justicia de las ventajas del cumplimiento de las normas, esto quiere decir, que la sanción es un refuerzo de las razones para cumplir el deber, pero no es la razón per se para cumplirlo.
La voluntad no debe confundirse con los hábitos de obediencia, porque en este sentido coincido con Austin, en razón a que si aceptamos la idea de que la sanción tiende a pagar deseos que nos impulsan a una infracción del deber o debemos aceptar que somos contrarios a la idea de lo justo. Esto contraviene los citado por Hobbes en su ensayo de Libertad y la Necesidad, en donde menciona que el miedo habitual del castigo hace al hombre justo.
El actuar de los individuos debe ser acorde con los deseos y deberes, porque de esa manera se podría decir que el hombre tiene una disposición a la justicia, pero si son adversos se puede decir que el estado de su mente tiene una disposición a la injusticia.
La sanción cumple su objetivo de obediencia con la aplicación de castigos, pero no debemos confundir también el temor a la sanción con un “desinterés de odiar a la justicia”, ya que el bien debe darse en condiciones espontáneas con voluntad y valores como el respeto, es más importante obedecer por respeto que por miedo, porque el respeto prevalecerá y el miedo mientras este el castigo, estará sujeto a su realización.