LA INCONGRUENCIA DEL PLAN NACIONAL DE DESARROLLO

El día de ayer se llevó a cabo en Morelos uno de los foros con motivo de las consultas nacionales para la elaboración del Plan Nacional de Desarrollo 2025-2030. Profundizar en el estudio de estos planes en México, de entrada, resulta controversial, desde el momento de abordar los tiempos para su elaboración, pues primero los gobiernos federales entran en funciones y meses después son presentados al Congreso y aprobados los documentos que, de acuerdo con la Ley de Planeación:
“… precisará los objetivos nacionales, estrategia y prioridades del desarrollo integral y sustentable del país, contendrá previsiones sobre los recursos que serán asignados a tales fines; determinará los instrumentos y responsables de su ejecución, establecerá los lineamientos de política de carácter global, sectorial y regional; sus previsiones se referirán al conjunto de la actividad económica, social y cultural, tomando siempre en cuenta las variables ambientales que se relacionen a éstas y regirá el contenido de los programas que se generen en el sistema nacional de planeación democrática.”
En otras palabras, primero comienzan a gobernar y luego se ponen a desarrollar el plan de cómo deben hacerlo. Primero se definió el presupuesto asignado a todo un año de ejercicio fiscal y, en algunos casos, hasta para dos años o más, como, por ejemplo, la compra consolidada de medicamentos e insumos para el sector salud, pretendida para garantizar el abasto durante este año y el siguiente. Primero proponen, aprueban y echan a andar planes y programas de gobierno, todos pensados para el beneficio social, y después preguntan a esa misma sociedad cuáles son sus necesidades, demandas y propuestas.
Como muchas otras leyes en México, la de Planeación ha sido objeto de diferentes reformas luego de ser presentada al Congreso de la Unión por el entonces presidente, Miguel de la Madrid Hurtado, el 5 de enero de 1983. La última modificación fue publicada en el Diario Oficial de la Federación el 16 de febrero de 2018 y entró en vigor el 1º de octubre del 2024, junto con el inicio del mandato de Claudia Sheinbaum Pardo. Con ella, la presidenta de la República está obligada a presentar el documento a más tardar el último día hábil del mes de febrero, la Cámara de Diputados cuenta con un plazo de dos meses para su aprobación y deberá ser publicada en el DOF dentro de los siguientes 20 días naturales.
Si nada sale mal, si se impone, como sucederá, la mayoría de Morena en la Cámara de Diputados, contaremos con Plan Nacional de Desarrollo vigente para eso del mes de abril, aunque en una de esas dan Fast Track y lo podamos ver publicado en marzo. En los sexenios anteriores se estiló fuera a finales de mayo. Como sea, lo relevante no es la diferencia de uno o dos meses, sino la incongruencia de primero establecer políticas, planes y programas, junto con sus correspondientes presupuestos y ya luego consultar al pueblo.
Entonces ¿para qué sirve?, preguntara usted. En la práctica, en la realidad, ha servido para que individuos e instituciones, públicas y privadas, adecuen sus futuros proyectos a los objetivos del Plan Nacional, a fin de poder tener sustento para ser aprobados y así acceder al presupuesto público. Claudia Sheinbaum quiere darle un giro. Preguntar por demandas y necesidades específicas de las comunidades e incluirlas en el Plan. Ya veremos su alcance cuando lo publiquen, porque de ser así, tendríamos el Plan más largo y detallado de la historia.
Y para iniciados:
Sigue la guerra de declaraciones entre el flamante presidente municipal de Jiutepec y su antecesor. Eder Rodríguez Casillas insiste en la próxima realización de auditorías y posterior presentación de denuncias. Rafael Reyes Reyes lo acepta como reto y responde no temer a nada. No sabemos cuánto vayan a durar las investigaciones para saber a ciencia cierta si hubo o no desfalcos y sus posibles cuantías. Pero, mientras tanto, los jiutepequenses siguen padeciendo inseguridad y servicios públicos ineficientes, como la falta de agua potable, por mencionar uno de los más sentidos. Ojalá, el Carnaval sea en efecto un remanso de paz y alegría, que mucha falta hace.
La información es PODER!!!