1.- Urióstegui cobijará a Villalobos
2.- Agustín A
3.- Archundia
4.- Rabín, desiste plis
1.- Mientras más se ven los actos en los cuales se encuentran Antonio Villalobos y José Luis Urióstegui, más se siente que hay pactos entre los dos y que ya no les importa que se sepan.
Es evidente que se sigue un libreto del que nadie se saldrá, y si se da alguna información comprometedora, con que le toque un juez bien al estilo de Manuel Agüero, que retarde las cosas, basta, así que si alguien esperaba que si se tuvo dinero mal habido, no regresará, que si a los trabajadores se corrió, deberán esperar un buen tiempo para que cobren, con la táctica de retardar todo y dejar pasar los días y los años.
No hay nada qué hacer, los integrantes del cabildo fueron dóciles al encanto de Antonio y no lo molestaron, lo dejaron hacer lo que quisiera y, al final, están en santa paz, aunque no creo que de conciencia, quizá con sus carteras, pero no en paz con el triste papel de cómplices que desempeñaron hace unos días, por lo que pudieran ser premiados por el alcalde, al que se le ve sumamente tranquilo, como sabiendo el resto de la novela.
No es sólo el carácter (casi) pusilánime de Urióstegui, lo que no quiere decir que no se enoje con los que no están de acuerdo con él, sino que se respira un aire de complicidad entre los integrantes del ayuntamiento saliente y entrante, con la seguridad de que si se da una revisión será para encontrarse lo que ya se sabe, en lo que más bien será una visita guiada, “esto es lo que te voy a mostrar”, dirá una parte y la otra “eso quería ver”.
Que no haya necesidad de entrar en la fatiga, en los descubrimientos incómodos si no hay necesidad cuando seguiremos viéndonos todos los días, porque no se duda que algunos que están en esta administración, pasen a la que sigue, así, sin más, sin importar si tienen o no la capacidad para desempeñar un determinado cargo de corte oficial, si se sabe que los tres años con Villalobos fue un fracaso, siendo el Chabelo Téllez de esta comuna, con liga para continuar al frente de algún encargo, bien remunerado para que nadie se enoje y siga en la función pública, aunque no se sabe si tiene o no alcances.
No se pretende el espectáculo de ver a Villalobos detenido, sino que sea exhaustiva la revisión de cuentas para sentar un precedente que deje constancia de que si la siguiente administración también hace mal las cosas, no se va a ir a casa tranquilo, sino que será juzgada con todo el peso de la ley, con objetividad y con ética, con responsabilidad y con la finalidad de conocer la verdad, no de vengarse, sino de que se haga justicia y que el pueblo lo vea, que sienta que la impunidad es parte del pasado y que no se tolerará más, pero creo que sólo es un deseo, que el ritual será el mismo, al menos en esta vez, y se repetirá hasta el infinito, como que existe un patrón con una conducta y que debe ir hasta el final, que no se debe interrumpir, porque “hoy por mí y mañana por ti, lo sabes”
Que las cosas cambien se requiere de una cultura de la verdad, de que la política recobre el arte de servir a los demás por encima de intereses personales, para servir al colectivo, el que votó por el alcalde y el que no. Con Urióstegui no sucederá nada así; verá los tres años pasar tratando de resolver los problemas que le dejó su compañero que trabajó para él en las elecciones, entregándole toda su logística y estrategia, pero nada es gratuito.
No busquen donde no encontrarán; la verdad está en otro lado y los equipos lo saben.
2.- Dice Agustín que está dispuesto a acompañar al fiscal para exigir que se liberen las órdenes de aprehensión en contra de personajes de los tres niveles de gobierno metidos en las células de los malosos. ¿Sería sin fuero y pondría ante el juez lo que de él se dice?
3.- Rodolfo Archundia Franco más cae en el rango del exhibicionismo que de ser un peligro para nadie, quizá de las hormigas que se pisan al caminar. Déjenlo en su locura.
4.- Rabín sólo tiene esta oportunidad para ser gobernador, aunque con él sólo prosiga la racha de malos gobiernos que se vienen dando desde 1994, sin que despierte la sociedad o, al menos, dé la sensación de que defender sus derechos un día será posible.
