Los corifeos del poder, ni tardos ni perezosos, se han apresurado a expresar sus loas a la firma del acuerdo para establecer un máximo de 24 pesos por litro de gasolina. Presidentay gasolineros posaron, muy contentos, para la foto conmemorativa, en Palacio Nacional.
Pero ¿de verdad este pacto, anunciado como voluntario, constituye un beneficio para la sociedad mexicana? ¿Representa la defensa de los intereses del consumidor, o sea, como lo dijo Sheinbaum, la protección de la economía de las familias, o los del gobierno y los gasolineros? ¿Será viable mantenerlo a largo plazo?
Comencemos por no perder de vista que el establecimiento oficial de precios a los combustibles no es posible, sin traer consecuencias adversas, en un mercado globalizado, regido por las leyes de la oferta y la demanda, dependiente de los precios internacionalesde la materia prima, o sea, el petróleo. Ningún gobierno puede, por sus puras pistolas, fijar precios a los combustibles fósiles sin afectar la cadena productiva y de distribución.
Ahora bien, las circunstancias económicas propias de cada nación, sus fortalezas y debilidades en los mercados internos, así como en los internacionales, su capacidad productiva y sus necesidades de importación de combustibles, tienen efectos ineludibles en sus precios finales, pagados por los consumidores, que repercuten en los precios de todas, todas, las demás mercancías, sean bienes o servicios.
Lo anterior explica el por qué, por ejemplo, mientras en México el promedio del precio por litro ronda los 24 pesos del combustible de menor calidad, conocida aquí como “Magna” o “Verde”, la menor a 91 octanos, en Estados Unidos, su equivalente anda por ahí de los 13 pesos mexicanos. La comparación de precios con los países europeos no sería justa, pues allá las normas obligan a vender gasolina de mayor calidad, conocida como de 95 ó 98 octanos. Por supuesto, será más cara.
Vamos a ver los números. El precio promedio de ayer en México de la gasolina regular, la única incluida en el pacto, cerró en 24.07 pesos por litro. De ellos, el 50% corresponde al costo del combustible como tal, precisamente, el que depende de los precios internacionales para su elaboración y distribución. Un 40% se va en los impuestoscobrados por la Secretaría de Hacienda. Y el otro 10% se conforma de los gastos que tienen que cubrir los gasolineros y sus ganancias.
En otras palabras, en México, por litro, 12 pesos son del puro combustible, 9.6 de impuestos y el resto, 2.4 pesos entre gastos y ganancias. No todos los gasolineros ganan lo mismo por litro vendido. Aquellos que tienen las mejores condiciones (ubicación de las gasolineras o, híjole, hacen uso del huachicol) pueden llegar a ganar, legalmente, un par de pesos por litro. ¿No le parece raro, pues, que haya quienes tienen ganancias de hasta 3 pesos? Atinó, ahí huele a huachicol.
Vistos estos números, el pacto protege los impuestos cobrados por el gobierno y las ganancias de los gasolineros. Previene una drástica subida de precios al consumidor final, pero no ayuda en nada para aligerar la actual carga a las economías familiares, por lo que hablar de que las están apoyando no es más que una falacia.
Ya podemos dar por muerta y enterrada aquella demagógica promesa, de ya saben quién, de bajar los precios de los combustibles. Todavía falta ver si el pacto funciona bien y, lo más importante, qué pasará cuando Donald Trump comience a ejercer presión para bajar los precios internacionales del petróleo. De eso ya hablaremos luego.
Y PARA INICIADOS:
Ayer se llevó a cabo la extradición de 29 narcotraficantes buscados por Estados Unidos,al mismo tiempo de celebrarse la reunión del más alto nivel en materia de combate al narcotráfico, a la que acudió todo, completito, el gabinete de seguridad de Claudia Sheinbaum. Histórico, cierto. Pero insuficiente para Trump, pues esas extradiciones las percibe simplemente como algo que no hicieron todos los expresidentes mexicanos, incluido López Obrador, y ahora, pues cumplieron con lo que se debió haber hecho, en algunos casos, desde hace varias décadas. Lo verán bien los gringos, pondrán una estrellitaen la frente de la presidenta. Pero, mientras no se detenga o disminuya sustancialmente el tráfico de drogas, los esfuerzos mexicanos seguirán siendo considerados como insuficientes.
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