Si le pasa al senador Ricardo Monreal Ávila, coordinador de la mayoría del Partido Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) en el Senado de la República, le puede suceder a cualquiera a lo largo y ancho del país. Me refiero al ataque de la gobernadora de Campeche, Layda Sansores San Román, quien amenazó con exhibir información que vincula al zacatecano con presuntos actos de corrupción. Monreal respondió que se trata de “una campaña de guerra sucia” al interior de Morena para frenar su aspiración a la presidencia de la República.
Monreal sostuvo que en caso de que los miembros de Morena no asuman una actitud responsable, se iniciará un proceso “de ruptura al interior”; y responsabilizó a quienes fomentan y alientan las campañas de desprestigio en su contra. “El hecho de que lo anuncie la gobernadora ya es un inicio de la guerra sucia que me parece pudiera desencadenar en que el movimiento se conduzca a caminos sin retorno”, comentó el legislador.
El 28 de septiembre del año en curso, el presidente municipal de Jojutla, Juan Ángel Flores Bustamante, quien lidera el grupo político que actualmente ostenta la presidencia del Consejo Estatal de Morena en nuestra entidad, advirtió que el futuro electoral de ese instituto político en Morelos está en riesgo, si la polarización de hoy se prolonga hasta 2024. Como se sabe, el 2 de junio de ese año se realizará “la madre de todas las elecciones”, estando en juego para Morena la presidencia de la República y la gubernatura de la entidad zapatista. No se olvide que hace unos días el gobernador Cuauhtémoc Blanco Bravo anunció su afiliación al partido del presidente de la República, lo cual ya había hecho su hermano Ulises Bravo Molina, hoy por hoy el contrapeso más fuerte de la corriente “Rabinista” dentro de Morena.
Fueron precisamente Ulises Bravo Molina y Rabindranath Salazar Solorio, actual coordinador de Política y Gobierno de la Presidencia de la República, los destinatarios del mensaje emitido por Juan Ángel Flores Bustamante quien, por cierto, ya está metido en la carrera por la candidatura gubernamental del multicitado partido, al igual que Rabindranath Salazar, Margarita González Saravia, Víctor Mercado Salgado y Lucía Meza Guzmán, entre otros personajes.
“Si creen que por la pura marca (Morena) se va a ganar, están muy equivocados. Ningún partido, por sí solo, tiene garantizado el triunfo en las urnas”, agregó el alcalde jojutlense.
Este domingo vino a Morelos el presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, quien, momentos antes de inaugurar la mayoría de tramos ya rehabilitados de la Autopista La Pera-Cuautla, patentizó su respaldo al gobernador Blanco Bravo y el afecto que le tiene, lo cual se verá reflejado en la sucesión del propio “Cuauh” en 2024 y otro tipo de apoyos. Aquí yo incluiría el hecho de que la Secretaría de Gobernación, a cargo de Adán Augusto López Hernández, con quien se han reunido un número indeterminado de veces los hermanos Blanco, intervendrá para poner las cosas en orden dentro del grupo parlamentario de Morena en el Congreso local, donde ha penetrado Rabín Salazar a través del “diputado” ex aliancista y neomorenista Agustín Alonso Gutiérrez, solo para sembrar discordias y utilizar la politiquería para desestabilizar al gobernador.
El procedimiento denominado “juicio político” ya es manejado de nuevo… a estas alturas del régimen y del inminente proceso electoral que, a nivel constitucional, iniciará el 1 de septiembre del año próximo. Los diputados morenistas despistados pretenden medrar en el Congreso aprovechándose de los típicos forcejeos que cada año surgen alrededor del Paquete Financiero, es decir los proyectos de Ley de Ingresos y Presupuesto de Egresos 2023. A la de a huevo, Agustín Alonso, hoy todavía enquistado en la presidencia de la poderosa Comisión de Hacienda, Presupuesto y Cuenta Pública del Congreso, pretende conseguir recursos discrecionales a favor de los diputados locales y además erigirse como el posible gobernador sustituto, en caso de que Cuauhtémoc Blanco solicite licencia para separarse del cargo. Desde luego, el Paquete Económico 2023 le abre la puerta de la desestabilización.
Aquí quiero reconocer que, haiga sido como haiga sido (así lo dijo aquel), la Autopista La Pera-Cuautla se encuentra casi terminada en su proyecto de modernización, brindando mucho más seguridad a los miles de usuarios. La ampliación, perceptible en casi toda la vía de comunicación por propios y extraños, es diametralmente opuesta a la carretera de dos carriles que tantísimas vidas cobró durante décadas.
Aunque se trata de una obra federal de enorme trascendencia para el desarrollo integral de la región oriente y el resto de la entidad en general, reanudada bajo gestiones del gobernador Blanco Bravo y por el respaldo absoluto de López Obrador, los mezquinos insertados en Morena mandaron a sus provocadores a sabotear el acto presidido por el presidente, en aras de atacar a Cuauhtémoc Blanco Bravo. Por eso digo: “si a Monreal se lo hacen, ¿por qué no a cualquier otro morenista en el resto de la República?”.
El término mezquino proviene del árabe hispánico miskin, aunque sus antecedentes etimológicos más lejanos llegan hasta el acadio muskenu de la antigua Babilonia. El concepto tiene varias acepciones, pero quiero mencionar solo las siguientes aplicándolas al tema de hoy: falto de sentimientos nobles y generosidad; avaro y tacaño; muy pequeño, escaso o ridículo; infeliz y desgraciado; miserable y diminuto.
Varias veces le escuché decir a mi hermano Víctor Manuel (finado) que la palabra favorita de un morelense es NO. Decirle que no a todo. “Por eso no estamos en Morelos, sino en NORELOS”. Y añadía:
“La mezquindad, con toda la ruindad que esa palabra conlleva, está presente en los morelenses”.
Y yo digo: la mezquindad está presente en la clase política oficialista, sí, esa que dice respaldar a la Cuarta Transformación de López Obrador. Son los hipócritas tantas veces aludidos por Adán Augusto López Hernández. Ahí están y quieren todo, absolutamente todo el poder.