Ya mucho de lo que expresa López Obrador en sus arengas ideológicas no es tomado en serio. Pero se equivocan quienes lo ven solamente como un bufón político investido con el supremo poder presidencial. Ejerce su iniciativa, no importa si tiene fundamentos o no, si tiene razón o no, parece que nadie lo detiene cuando se da a la tarea de impulsar alguna de sus ocurrencias, al grado de ser capaz de recurrir a cuanta mentira, engaño, doble discurso o artimaña tenga a la mano. En el caso de la reforma energética, que pretende llevar a cabo, está recurriendo a la acusación de traición a la patria contra los legisladores que no la aprueben.
Si ya reviso usted la iniciativa de reforma que envío al Congreso de la Unión y la contrasta con lo dicho por el presidente en las mañaneras, se dará cuenta de diferentes incongruencias y contradicciones. Voy a mencionar las más relevantes. Al menos en dos de sus partes se afirma que se darán por concluidos contratos y concesiones, en vigor, que llevarían inexorablemente a juicios mercantiles, nacionales e internacionales, cuya duración y costos, aunque difíciles de calcular, se estiman en mucho más de lo que costarán el aeropuerto de Santa Lucía, el Tren Maya y la refinería de Dos Bocas. Se habla de eficiencia y honestidad en la administración de los recursos energéticos, pero se extinguen a los entes reguladores autónomos, que serían los únicos capaces de poner freno a los excesos de las facultades centralistas y autoritarias. Y se extingue la posibilidad de que México produzca energías limpias, porque es la iniciativa privada la que apuesta en ellas y no el gobierno mexicano, mire usted, al grado de que, contrario a como pasa en las naciones desarrolladas, donde los trenes usan energía eléctrica y cada vez más aprovechan las energías limpias, el Tren Maya va a funcionar, con qué cree, con diésel, es decir un combustible fósil.
En lugar de privilegiar el diálogo y el convencimiento, espetó que si los legisladores no aprueban su propuesta de reforma energética sería traición a la patria. La traición a la patria es un delito del orden federal, regulado en el artículo 123 del Código Penal correspondiente a la norma constitucional. Ya no se establece la pena de muerte para quien incurra en alguno de los supuestos de traición a la patria, pero sí se establecen penas que van desde cinco hasta cuarenta años de prisión y diferentes multas que pueden alcanzar los cien mil pesos.
Existe un antecedente al respecto. En 2014 Andrés Manuel intentó llevar a juicio al entonces presidente de México, el nada ilustrado Enrique Peña Nieto, precisamente por el delito de traición a la patria y por el tema de la reforma energética de aquel entonces. Todavía, el 8 de agosto de ese mismo año reclamó al procurador general en turno, Jesús Murillo Karam, que la denuncia llevaba seis meses congelada y le dijo que, si no actuaba, iniciarían un juicio contra él. Murillo no actuaba porque era parte del sistema anquilosado de un priismo agonizante. Pero el actual fiscal, rápido que responde para arremeter contra quien señale el flamígero dedo presidencial.
Sería de terror, que como en el caso de los científicos hoy perseguidos, los rectores de universidades que están cerca de serlo, acusados de formar parte de mafias, alguien como la directora del Conacyt, que acusó a los científicos de delincuencia organizada, presente denuncias contra los legisladores por traición a la patria y vaya entuerto que se armaría. Dirá usted que eso sería un completo exceso. Nada más le recuerdo que hoy sí tiene el poder el presidente como para hacer que sus denuncias, caprichos y excesos prosperen.
Y para iniciados
El verdadero rostro de los nuevos legisladores locales habrá de revelarse en las negociaciones y la aprobación del presupuesto de egresos del 2022. Nada le preocupa a la administración local, mientras la nueva Legislatura conserve la cláusula que permite la libre transferencia de partidas presupuestales, sin tener que pedir autorización, sino sólo informarlas, como ha sido estos tres años, en los que han hecho lo que han querido con el erario, completamente de manera discrecional. Si esa cláusula persiste, podremos y podrán decir lo que sea, pero los legisladores que así lo aprueben se colgarán la medalla de simuladores.
¡Que tenga un excelente fin de semana!
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