Las personas más grandes de la historia fueron aquellas que descubrieron sus cualidades y las utilizaron para el beneficio ajeno en grado superlativo.
Así las cosas, es importante señalar que las personas con más fortalezas pudieran ser las de mayores debilidades. De hecho, se poseen más debilidades que fortalezas. Somos fuertes en dos o tres cosas y débiles en cientos de otras. Quien opine al revés es un total estúpido. Y en cuestiones políticas lo que menos debe existir es la soberbia y la autocomplacencia.
Menospreciar a alguno de los adversarios políticos constituye una equivocación garrafal, porque en su aparente debilidad pueden radicar una o varias fortalezas.
¿Quién es, pues, el gobernante, político y/o servidor público idóneo? Estoy formulando la pregunta anterior porque el 1 de enero de 2022 será el advenimiento de todos los presidentes municipales que se alzaron con la victoria en las elecciones del 6 de junio del presente año. Muchos presumen de ser aptos para ocupar los cargos, lo cual habremos de ver al paso del tiempo. Y muy probablemente seremos testigos de la decepción social, de los electores que depositaron su confianza en tal o cual personaje, ante su ineptitud o ansias por enriquecerse a costa del erario.
Podríamos definir el “gobernante perfecto” como el imaginario social que, de acuerdo con la opinión de los ciudadanos, representa la personalidad política perfecta.
Este imaginario refleja el consenso tácito al que arriban los ciudadanos luego de un complejo proceso de valoración colectiva que se da en tres dimensiones.
La primera corresponde a la coyuntura que aparece en el tiempo presente.
La segunda hace referencia a la historia más cercana o sea el pasado.
Y por último las ilusiones de progreso y cambio para el futuro.
ATRIBUTOS POSITIVOS Y NEGATIVOS
Connotados politólogos indican que los atributos positivos de algunos políticos son: buen sentido del humor; capacidad para delegar, para hablar en público y para responder preguntas difíciles; buenas relaciones con la prensa; orientación hacia el trabajo duro; físicamente en buena forma; capacidad para el estudio rápido y habilidad para hacer sentir cómoda a la gente; y sobre todo poseer inclusión, no tener la mecha corta, sino gran capacidad de resistencia ante la crítica y las presiones.
En contraste, los principales rasgos negativos son: temperamento que responde fuertemente al más ligero estímulo, dificultad para delegar, ser reservado y abrupto, dificultad para enfocar problemas y situaciones, voz monótona, dificultad para escuchar, problemas de adicciones, tendencia a pontificar (exponer opiniones o ideas como dogmas con alarde y suficiencia), belicosidad y dificultad para confiar en los demás.
Además, el partido político al que está afiliados tal o cual personaje adquiere relevancia. De ahí que su partido se convierta en un activo o en un pasivo. En el primer caso (dice Allen) la persona puede tratar de destacar su filiación partidista y la tarea de campaña o de gobierno debe ser reducir al mínimo las defecciones; en el segundo, al contrario, puede intentar desligarse de su propio partido para facilitar la aceptación escindida de ciudadanos identificados débilmente con el partido contrario. Finalmente, la identificación del nombre tiene mucho que ver, así como el rating de favorabilidad.