La onda de calor que mantiene a nuestro país en temperaturas sumamente altas, ha sorprendido a grado tal, que ha provocado muerte y desesperación. En Tabasco una familia murió al interior de su vehículo, al parecer intoxicadas, al decidir pasar la noche con el aire acondicionado encendido; en Veracruz murió un hombre por exponerse al sol más de una hora.
Autoridades reportan que Tabasco suma seis defunciones, Veracruz, cuatro; Oaxaca, tres; Quintana Roo, 2; y Sonora uno.
Los expertos meteorólogos han informado que se alargará por varios días más; los registros resaltan que hace cinco años que no se alcanzaban estas temperaturas. El Servicio Meteorológico Nacional prevé que las durante las próximas horas.
En algunos estados como Sonora, Sinaloa, Coahuila, Nuevo León, Tamaulipas, San Luis Potosí, Veracruz, Tabasco y Campeche se rebasarán los 45 grados centígrados.
Entre 35 a 40 grados estarán Aguascalientes, Baja California, suroeste del Estado de México, Guanajuato, Querétaro, Quintana Roo y Zacatecas. Ciudad de México y Tlaxcala, alcanzarán temperaturas de 30 a 35 grados
Con el dolor de la tragedia y con la voz de alerta lanzada, también hay anécdotas.
Recordamos nuestros viajes desde la adolescencia a esas ciudades que se caracterizan por sus temperaturas extremas. En Mexicali por ejemplo hay quienes bromean con freír blanquillos sobre el cofre de un automóvil; presumen con ser la ciudad con temperaturas más altas en el país.
En algún periodo preelectoral en Tabasco, en específico en Villahermosa, nos señalaban los locales que cada proceso se calentaba el ambiente; pero la realidad es que en esa ocasión se informó de varios suicidios ante la incapacidad, por la falta de infraestructura, de climatizar las zonas en que se habita. Su calor húmedo y los mosquitos que aparecen por la tarde, desesperan a cualquiera.
La anécdota nos lleva a recordar cuando en ese viaje, degustando “peje lagarto” en paraíso; entre el ambiente, la palapa, el caldo y el “amachito”, nuestro acompañante sudaba de las rodillas. Las carcajadas hicieron la tarde.
Un fenómeno se presentó en ese mismo viaje; la noche refrescó y fue una algarabía en la zona de Centro. Al día siguiente -entiéndase que no existía la internet ni la telefonía celular- la portada de uno de los diarios fue de gran sorpresa para los foráneos: ¡FRÍO HISTÓRICO… 28 GRADOS!
Cruzar o habitar unos días en Hermosillo es una experiencia singular; su calor es seco e intenso. Sus banquetas no son ocupadas de día; el aire acondicionado de los automóviles es insuficiente; taxistas visten con magna larga para evitar que el sol les dañe su piel; la ilusión óptica hace sentir que el asfalto se derrite.
En alguna ocasión, mi padrino, de visita en la capital sonorense para algunos trámites administrativos, ajeno a ese clima, decidió caminar unas cuadras para llegar a la oficina de trámites; el calos y el sol lo agotó y procedió a buscar una “sombra”, se recargó en un poste metálico para encontrar el descanso; resultó con quemaduras en su brazo.
La experiencia en Mérida no es menor. La ciudad blanca es un gran atractivo para turistear y vivir; sin embargo su temporada de calor logra expulsar a muchos. Con motivo de la cumbre México-USA entre Calderón y Bush en 2007, nuestra enviada para cumplir con transmisión y comercialización en nuestras radiodifusoras, con poco tiempo para cumplirlo, fue recibida por el gerente de las estaciones a las 9 de la mañana y al plantear la ruta crítica le indicó: “No aquí es distinto… vete al hotel, nada un rato, descansa y nos vemos mañana”. Por supuesto que esa propuesta no fue aceptada; hubo que trabajar sin descanso para lograr el éxito.
Hoy, el calor generalizado, nos ha hecho tomar nuevas medidas para conciliar el sueño, desarrollarnos en el trabajo y pasar el día. A cuidarnos todos.