La política, como ciencia, se sustenta en el razonamiento teórico, analiza los principios y valores de sus distintas ideologías políticas en el transcurso de la historia, promoviendo la confrontación, el debate de las diversas ideas y doctrinas, e igualmente somete a juicio el ejercicio de la práctica política, la conducta y actuar de líderes y personajes que han hecho escuela en la materia. También conocida como Politología, esta rama de las ciencias sociales trasciende entre la teoría y la práctica política, es decir, los sistemas políticos y de gobierno, así como los fenómenos y comportamientos sociales en torno a dichos sistemas y gobiernos.
Paralelamente, como filosofía, se enfoca a reflexionar sobre las realidades políticas de las sociedades, para tratar de explicar hechos sociopolíticos, considerando y estudiando sus implicaciones con preceptos superiores como la moral, la justicia, la libertad, así como su apego al bien común, analizando no solo el presente, sino el pasado e incluso el futuro de los fenómenos políticos, sin dejar de lado la relación entre quienes ejercen el poder y quienes son gobernados; y, entre los ideales y la razón.
Asimismo, la política es una profesión y al mismo tiempo se define como un oficio, que para lograr su dominio requiere de práctica y conocimiento que a través del tiempo conformarán la experiencia, que se complementa con la habilidad y vocación personal, que igualmente demanda pasión y compromiso.
El gobernar, el participar de la vida pública institucional, supone el tener oficio político, lo que implica igualmente poseer una elevada sensibilidad y compromiso social para asumir que el encargo público, representa asumirse como un empleado del pueblo (pues es la ciudadanía con el pago de sus impuestos, quien solventa el gasto público); sin embargo, mucho de lo que va forjando la profesión, el oficio de un político, se debe a la interlocución, al debate, a la negociación; escenario que se diluye cuando una determinada opción política se convierte en una mayoría arrolladora que le posibilita a tomar decisiones, a ejecutar acciones, sin la necesidad de buscar acuerdos, lo cual a pesar de facilitar en teoría el ejercicio del poder, en realidad lo que genera es un demérito de la praxis política; es por ello, que el alcance casi hegemónico de un partido en el poder, genera dicho fenómeno, haciendo surgir algunas figuras que privilegian el mayoriteo por encima del diálogo y el acuerdo, lo cual es totalmente contrario a la esencia de la democracia.
La política que gana elecciones no necesariamente es la misma que se requiere para sacar adelante a un país, que en el caso de México, ha requerido al menos en cuatro momentos cruciales de su historia, el cambiar de rumbo y, que en las primeras tres ocasiones, no ha podido consolidar sus postulados ante la cerrazón y el dogmatismo de las élites gobernantes que no lograron comprender que más importante que alcanzar el poder, lo es el proyecto de nación, lo cual solo es posible con un oficio político sostenido que no se opaque ante el predominio político abrumador que cierra el paso a la inclusión y a la tolerancia, lo cual adicionalmente hace proclives a los proyectos y grupos políticos a degradar el nivel de sus liderazgos, pues es evidente que con dinero y poder es fácil convertirse en líder, aunque se trate de una falacia dogmática alimentada por quienes solo tienen como mérito la cercanía y los afectos, enardecidos por el aplauso comprado.
La política es una profesión, un oficio de tiempo completo, distinto a otros sectores del desarrollo humano, pues además de una gran vocación, y de una generosidad dispuesta a gestionar bienestar para los demás, precisa de una combinación de técnica, conocimiento (científico y filosófico) y experiencia con un elevado humanismo, es decir de una fusión de la profesión y el oficio de la política.