Los acuerdos emanados de la reunión de ayer entre el enviado especial del gobierno de Estados Unidos para el clima, John Kerry, y el presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, representarán para el proyecto de reforma eléctrica en marcha un reto mayúsculo a vencer. El establecimiento de una mesa conjunta de trabajo, formada por autoridades de ambos países no estaba dentro de los planes del gobierno cuatritransformista y podría retrasar la aprobación legislativa que tanto urge AMLO a lograr.
Una clara muestra de que, muy lejos del respeto a las decisiones soberanas de los países, el Tío Sam no deja pasar la oportunidad de intervenir para la protección de intereses estadounidenses fue la reunión que por casi cinco horas llevaron a cabo Kerry y AMLO en Palacio Nacional. No fue solicitada por el gobierno de México, sino por el de Estados Unidos, con toda la intención de llevarla más allá de un diplomático intercambio de opiniones y sugerencias.
El objetivo de Kerry no era simplemente aportar ideas y ya, sino iniciar formalmente una especie de panel binacional, formal, que permita modificar la iniciativa que envió López Obrador al Congreso, antes de que sea votada, como se pretende, el próximo 11 de abril. Y lo logró. AMLO pretendía convencer a la comitiva estadounidense de dar su respaldo, tal y como está planteado el proyecto, sin mover una coma. Pero no lo logró.
Al salir de lo que en realidad fue el inicio de las negociaciones y no solamente una reunión diplomática o protocolaria, Andrés Manuel declaró a los medios de comunicación que el encuentro había sido “amistoso, necesario y benéfico” y hasta ahí. Kerry, por su lado, dio lo que en la política mexicana se conoce como un “madruguete”. Anunció el acuerdo para establecer un grupo que dará seguimiento a todo lo que surja de la reforma eléctrica, cuyo responsable por la parte de los norteamericanos será su embajador en México Ken Salazar.
Hasta el momento de escribir estas líneas AMLO todavía no había determinado quién encabezará la delegación mexicana, ni su opinión al respecto y menos qué tipo de perfiles podrían integrarse a la comitiva. En cambio, Kerry ya se hizo acompañar de lo que él denominó como: un equipo para garantizar “la integración y unidad”, en términos de los acuerdos internacionales que ya se han firmado, no sólo respecto al clima, sino también en “cuestiones económicas más amplias”.
La presión sobre Andrés Manuel fue mayúscula. Posiblemente por primera vez en su vida, López Obrador tuvo que enfrentar un encuentro en el que la mayoría de los presentes no eran de sus seguidores a ciegas, colaboradores o fans del llamado progresismo de izquierda, sino una veintena de empresarios estadounidenses, que por supuesto tienen intereses mucho más allá del clima y la sustentabilidad para el desarrollo. Su interés no era tomarse una foto para el Face.
Mientras Kerry regresó a su país para entregar buenas cuentas, en México AMLO tendrá que hacer, claro, como todos los días, uso de su retórica demagógica y ambigua, para que no parezca que el Tío Sam ya señaló al proyecto de reforma, diciendo: Te quiero a ti.
Y para iniciados
Vaya descobijada que dieron al delegado del Infonavit en Morelos, Jorge Salgado Ruiz. Ya le informaron, pasaron fotos y vídeos al Director General del instituto que prueban, según aseguran los denunciantes, que el representante del gobierno federal visita moteles y bares haciendo uso de un vehículo oficial. Aún siendo ciertas todas las acusaciones en su contra, el funcionario tiene todo el derecho de visitar monumentos a la pasión como el motel “Quintas Love” o centros de esparcimiento dionisiaco como “La Envidiosa”. Es su vida privada. Nada más que, por favor, tantita… prudencia, que no sea en vehículos oficiales ni en horas de trabajo, ¿no cree usted?
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