Los resultados del impacto en el ánimo de los ciudadanos, a partir de los aciertos y desaciertos de los funcionarios en cualquier nivel de la administración pública, deben medirse a través de encuestas. Y eso es por el consenso, ya de hace al menos un par de décadas, entre los estudiosos de la gestión pública que la evaluación del desempeño debe ser lo más objetiva posible.
Lo anterior requiere no solamente del diseño de instrumentos adecuados para el estudio cuantitativo de los resultados, su análisis e interpretación sino también de la generación de una sociedad bien informada, acerca de lo que hacen, cómo lo hacen, qué recursos utilizan y qué resultados obtienen los responsables de la gestión gubernamental.
Y ello requiere, a su vez, además de la voluntad de informar y rendir cuentas a la sociedad, en forma regular, y no solamente a través de los obligados informes anuales o de boletines que circulen en los medios de comunicación, de herramientas y repositorios documentales a los que cualquier persona interesada en consultar la información pueda hacerlo. Y no hay excusa ya para que los funcionarios eviten hacerlo. Las tecnologías de la información y comunicación son los suficientemente avanzadas y accesibles como para que pongan pretextos.
De ahí que el papel de los organismos autónomos, cuyas funciones son garantizar el acceso a la información pública, resultan clave para la generación de una opinión pública bien informada. La opinión basada en filias y fobias, en preferencias personales o en ideologías, ya sean de izquierdas o derechas, y en intereses de partidos, de grupos o personales, deben gozar del pleno respeto a su derecho a la libre expresión, pero son, por un lado, insuficientes y, por otro lado, siempre tendrán un sesgo que los apartará de la objetividad.
Voy a poner un ejemplo muy actual al respecto. La falta de medicamentos en los servicios de salud es un hecho. Innegable. Hasta el propio presidente lo ha reconocido, al tiempo que dio instrucciones a sus subalternos para que lo resolvieran. Si el tema es abordado desde la perspectiva de quienes padecen por la falta de medicinas le aseguro que sus testimonios serán emotivos y hasta desgarradores. Pero si el mismo asunto se discute en términos ideológicos, los participantes estarán más orientados a pelearse por quién robaba más, si los de antes o los de ahora, si es correcto o no que el gobierno centralice y militarice la distribución, porque eso es progresismo de izquierda, y otros por el estilo, perdiendo de vista el verdadero centro de la cuestión, lo real, lo objetivo: siguen faltando medicamentos, sigue siendo un problema no resuelto. Así las cosas, entonces la valoración debe hacerse sobre los resultados de la gestión pública, y no por las posiciones ideológicas.
En las próximas semanas y meses presentaremos, aquí en Irradia noticias, con Teodoro Rentería, los análisis que permitan a usted contar con elementos para formase un juicio propio sobre el desempeño y los resultados del gobierno estatal actual y de los gobiernos municipales, pero también de los actores políticos, que deben ser, desde ya, comenzados a evaluar.
Y para iniciados
Ya comenzó a reflejarse en las encuestas el impacto de las revelaciones sobre la vida de lujos y extravagancias del hijo mayor de López Obrador. A pesar de que el mismo presidente ha reiterado que el mejor consejo de un padre es que se aparten los hijos de las riquezas, su propio vástago parece haber sido el primero en no hacer caso a tan sabias palabras. Las primeras encuestas registran una pérdida de aprobación por ahí del siete por ciento, de un mes a otro, mientras el cuento de que ella es la del dinero y que los contratos con Pemex no tienen nada que ver con su fascinante atractivo masculino, ni quien se los crea.
La información es PODER!!!
