Los gobernantes, a lo largo de toda la historia y a lo ancho de todo el mundo, siempre encuentran a quien culpar por los errores que ellos cometieron. Mientras tienen el poder es posible que logren contener la crítica, ocultar y maquillar la verdad, pero al paso del tiempo la historia los termina poniendo en su lugar. El falso o errado legado que venden como grandiosa propaganda política termina al descubierto, de una u otra manera, en uno u otro momento, con mayor o menor intensidad, pero al final de cuentas, son descubiertos.
Por un lado, pocos son los casos en los que se puede hablar de manera diferente, son las excepciones. La regla, desde lo que tenemos registro, a partir de la antigüedad griega, su fusión con Roma y en la actualidad, es que la inmensa mayoría de los políticos, en cualquier país del mundo, son considerados como personajes corruptos, perversos, mentirosos, convenencieros e hipócritas. Los diferentes estudios sobre cultura política nos aportan datos más que suficientes para confirmarlo, desde los textos de Gabriel Almond y Sydney Verba, de hace ya varias décadas, hasta los ejercicios de nuestros días, regulares y académicamente muy bien estructurados, como el Latinobarómetro, la European Social Survey y la CSES, que coordina a nivel mundial la Universidad de Michigan, por mencionar algunos de los ejemplos más utilizados por los especialistas en el estudio del comportamiento electoral.
Por otro lado, la información que se va descubriendo desenmascara a esos gobernantes que, sean de izquierdas o de derechas, populistas o neoliberales, cuyas ambiciones, caprichos y errores llevan a sus pueblos incluso a tragedias armadas, guerras civiles, pobreza profunda, arraigada, extendida, siembran odio entre sus pueblos, claro, para aprovecharlo a su favor, tienen a uno o más enemigos a los que atacan y echan las culpas, a quien tienden trampas, celadas y cuartelazos.
El triunfo de Gabriel Boric en Chile animó a los partidarios de la izquierda, a la que hoy llaman progresista, a resaltar el avance de sus grupos políticos y qué bueno que hayan derrotado en las urnas a la opción pinochetista, de extrema derecha y neoliberal, pero qué mal que quieran poner ese triunfo en el mismo cajón, donde se ubica a Nicolás Maduro, Evo Morales y López Obrador, entre otros de los gobiernos llamados progresistas que levantaron muchas expectativas y esperanzas, fundadas en una ideología, que no usan más que para la simulación y la demagogia.
Maduro tiene como enemigos permanentes al imperio yanqui y a la oligarquía. Evo Morales, por el estilo, con énfasis en el odio que ha sembrado en el pueblo boliviano de pobres contra ricos, mismo que le ha permitido seguir en el poder, ya sin ser presidente, cargo que pretendía seguir ocupando desde el 2006, para lo cual llevó a cabo reformas constitucionales que permitieran su reelección. Maduro y Morales, aunque por ahora puedan engañar a sus pueblos, en algún momento serán puestos en su lugar por la historia, como los demagogos, autoritarios e hipócritas que son.
El cuatritransformista, López Obrador, va por el mismo camino. A pesar de la evidencia, de las pruebas, de los pésimos resultados de su gobierno hoy tiene todavía el poder y con ello la posibilidad de evadir, ocultar y maquillar. Lo que él llama, sus otros datos. Ya comenzó la segunda parte de su mandato y, con él, el declive natural de su poder presidencial. Se acerca cada día el juicio de la historia.
Y para iniciados
Hasta los otros datos del gobierno de López Obrador exhiben el fracaso del gobierno cuatritransformista en materia de seguridad. Van algunos ejemplos, con los datos oficiales. El promedio de homicidios dolosos durante los tres últimos años del gobierno de Peña Nieto fue de 61 por día, el de AMLO, en sus primeros tres años, de 94. Peña no logró bajar los indicadores de violencia, al contrario, todo el tiempo fueron creciendo. A pesar de la aguda e innovadora estrategia de López Obrador, de los abrazos, no balazos y los regaños de las abuelitas, cerraremos el año con alrededor de veinte mil asesinatos más que en los tres años anteriores. Ante esos resultados, no podemos decir más que “fuchi, guácala”.
¡Que tenga un excelente día!
La información es PODER!!!