“No hay peor sordo que aquel que no quiere escuchar”, así lo dice el refrán popular. Ayer, una vez más, el presidente de la República volvió a poner un pésimo ejemplo a todos los mexicanos en la reunión que sostuvo con los legisladores de su partido, Morena, y los de sus aliados, el PVEM y el PT, mientras ellas y ellos se desvivían por mostrar su idolatría al presidente más irresponsable que ha tenido la nación.
Salvo unos cuantos, no hubo ni sana distancia ni uso de cubrebocas. Todo lo contrario, se apelotonaron en torno a su ídolo político, poniendo en riesgo sus vidas y las de todas las personas con quienes tengan contacto, porque ni la vacuna, y menos su ideología, pueden evitar que sean portadores y transmisores del virus que provoca la COVID-19.
Ya de por sí, la ignorancia que acompaña y nutre las actividades de los miembros promotores de la autodenominada cuarta transformación tiene efectos negativos en todos los renglones del desarrollo económico y social, junto con la idolatría y la irresponsabilidad constituyen un callejón sin salida al que se lleva a una población manipulada por el populismo y la propaganda ideológica, basada en un pensamiento de trasnochado e invertebrado socialismo, al que llaman progresista, porque tienen miedo de reconocer su nombre.
La idolatría es una práctica de culto, de amor y admiración excesivos a una persona o una cosa. La idolatría ha rebasado los ámbitos religiosos, pudiendo invadir cualquier área de las actividades humanas. Desde tiempos de los hebreos fue condenada, como lo describe La Biblia, pues asigna poderes superiores a cosas o personas que no los tienen, incluso por su inutilidad, como dice el mismo presidente, en términos reales.
Por lo que toca a la irresponsabilidad, se produce cuando una persona, sea por falta de voluntad o de capacidad, se niega a cumplir con sus obligaciones, tareas o compromisos. Los actos de irresponsabilidad pueden tener consecuencias de distintos tipos, pero sin duda las más graves son las que afectan a terceros, llegando incluso a poner en riesgo vidas humanas. Así, la reunión de AMLO con sus diputados puede equipararse a la irresponsabilidad de quien conduce un automóvil bajo los efectos del alcohol y a exceso de velocidad. Nada más que en este caso, no ha sido una vez, sino múltiples, incontables ocasiones en que López Obrador ha sido un completo irresponsable en la lucha contra la pandemia.
Ayer se juntaron la idolatría y la irresponsabilidad, AMLO y los diputados, para festejar que lograron aprobar el presupuesto del año que viene, sin tomar en cuenta la opinión de nadie, y aprovecharon para iniciar la siguiente cruzada unilateral, de oídos sordos y lealtad a ciegas: la promoción en las calles de la iniciativa de reforma eléctrica, bajo las mismas instrucciones que como con el presupuesto, que no se le mueva ni una sola coma. Idolatría e irresponsabilidad, tan nefasta o peor que la padecida por México durante el porfiriato y el régimen hegemónico del PRI.
Y para iniciados
Si la llamada “jefa”, hoy detenida por las autoridades federales, ojo, por las federales, porque el gobierno de Cuauhtémoc Blanco quiso colgarse al menos parte de la medalla, logra ser tomada como testigo colaborador por la Fiscalía General de la República, y suelta la sopa sobre las nóminas, los apoyos y la relaciones entre políticos y el crimen organizado en Morelos, serán muchas las carpetas de investigación. Como que no gusta la idea de que la libre, por segunda ocasión. además, si, al estilo de la jerga judicial, empina a otros, pero no deja de ser una posibilidad de destapar la cloaca, para señalar algunos de los coludidos con el crimen organizado y saber hasta dónde están metidos.
¡Que tenga un excelente día!
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