Escribo las siguientes líneas en memoria de mi gran amiga y excelente ser humano, María Vianney López Benítez, quien este lunes por la noche sucumbió frente a la leucemia mieloide aguda que le fue diagnosticada en marzo de 2020.
Vivi, como cariñosamente la llamábamos sus numerosos amigos y familiares, fue un ejemplo de vida, siempre dispuesta a demostrar fortaleza, tenacidad y gran paciencia a pesar de padecer una enfermedad feroz, muy difícil de tratar, aunque a veces surgen casos en que los pacientes consiguen, primero, entrar a remisión, y luego recibir desde tratamientos paliativos en su casa y/o ser enlistados entre centenares de personas que esperan un trasplante de médula ósea y células madre.
Pero, además, Vianney demostró gran tolerancia ante las múltiples problemáticas latentes en todo el sector público de salud. Ella era derechohabiente del ISSSTE.
Primero, durante varios meses de 2019, vivió en carne propia numerosos hechos de negligencia médica en el Hospital de Alta Especialidad de Emiliano Zapata, Morelos, de lo cual fui testigo; y después infinidad de avatares en el Centro Médico Nacional 20 de Noviembre de la misma institución. Allá y entonces (2019) encontró la colaboración y comprensión de directivos que, infortunadamente para ella, fueron removidos al ser cambiados ciertos mandos nacionales.
En el nosocomio de Emiliano Zapata estuvo a punto de morir cuando era intervenida quirúrgicamente debido a la infección (y extracción) de ganglios ubicados en el mediastino. Uno de los cirujanos cortó, quizás accidentalmente, una arteria, ocasionándole grave hemorragia que le provocó la pérdida de casi cinco litros de sangre. Le transfundieron alrededor de cinco unidades del líquido vital y fue enviada a la Unidad de Cuidados Intensivos con intubación. A los tres días superó la gravedad y dos semanas después Vivi estaba con sus familiares en casa. Sin embargo, para darle continuidad al delicado asunto, se le prescribieron cinco antibióticos (muy fuertes), así como otros medicamentos, durante más de un año, mismos que pudieron haber contribuido a la toxicidad de su médula ósea, la cual derivó en leucemia mieloide aguda.
Comenzó con los síntomas del padecimiento y fue así como los médicos del Hospital de Emiliano Zapata la transfirieron a Hematología del CMN 20 de Noviembre. El doctor Luis Antonio Ramírez Pineda, hoy ex director de la institución, así como ex colaboradores suyos, movieron el intrincado andamiaje de ese enorme nosocomio, donde Vianney entraba y salía, a veces por acudir a su consulta con el hematólogo que le fue asignado, y a veces para ser internada a causa del agravamiento de la enfermedad. Lamentablemente, el doctor Ramírez Pineda fue removido, así como su principal círculo de colaboradores, volviendo los malos tratos y el pésimo manejo médico.
El Covid-19 estaba encima de los mexicanos, y el CMN del ISSSTE se convirtió en un hospital destinado a atender a todos los derechohabientes víctimas del nuevo virus. Vivi acudía o era internada en Hematología, área presuntamente libre del coronavirus, pero por alguna circunstancia se contagió de Covid-19, lo cual la envió muy grave a neumología con intubación. Estuvo alrededor de un mes y medio con ventilador mecánico, pero su organismo respondió al tratamiento contra el virus. Los especialistas de neumología estuvieron a punto de retirarle el aparato, pero ese no era todavía el momento de la paciente quien, sin embargo, continuó enfrentando la leucemia. Libró el Covid-19.
Es importante recalcar, una vez más, la capacidad de resistencia de María Vianney López Benítez ante la prepotencia del hematólogo que la atendía y una pléyade de médicos residentes. Algún día, en sus frecuentes entradas y salidas del CMN 20 de Noviembre del ISSSTE, escribió lo siguiente en su página de Facebook:
“El gobierno dice que son grupos de ‘golpistas’ los que tenemos cáncer y seguimos esperando medicamentos. Sabemos que los padres de familia de niños con cáncer dicen la verdad, y que el gobierno federal miente. Méndigos seres inhumanos. Desde antes de llegar al poder sabían de muchos problemas del sector salud y prometieron corregirlos, y hasta al momento están haciendo lo contrario. Mientras tanto los seres más vulnerables, los niños con cáncer están pagando las consecuencias. ¡Cuánta impotencia! A nosotros, los adultos que padecemos cáncer, solo nos dicen que ‘ya vienen los medicamentos’… ¡desde hace más de 2 años! El desabasto de medicamentos oncológicos se dio en la actual administración, con el pretexto infame de que ‘tenían que dejar de hacer millonarias a las farmacéuticas’, y después aseguraron que ‘ya tenían nuevo proveedor y ya iban a comprar los medicamentos’, pero ahora resulta que no comprarán nada, porque los manifestantes son grupos de golpistas. Los niños no saben qué es la política, y ni los niños ni los adultos que estamos esperando medicamentos tenemos colores, pero sí tenemos derechos, derechos constitucionales para recibir atención y medicación… Y el impedirlo es un crimen”.
Un examen denominado “mínima residual”, pagado por ella a nivel particular hace unos meses, confirmó la toxicidad en médula ósea, probablemente causada por las quimioterapias e infinidad de los medicamentos asignados ¡desde 2019!
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Como para librarse de Vianney, el hematólogo la envió a su casa dizque con el objetivo de “tener calidad de vida”, pues la enfermedad no cedía. Y le asignó un “tratamiento paliativo” con dos quimioterapias. Ambas, en el mercado normal, tienen precios que oscilan entre los 16 y 30 mil pesos. Uno de los fármacos, llamado Filgastrim, lograba mantener controlado el gen que le provocaba la leucemia, pero una sola ampolleta cuesta ¡entre 25 y 26 mil pesos! Es uno de varios medicamentos que les son negados a los enfermos de cáncer, sean niños o adultos. La realidad es que ¡no existen! Lo anterior confirmó y sigue confirmando las mentiras del presidente de la República y de los altos mandos de la Secretaría de Salud, el ISSSTE y el IMSS sobre el falso abasto de fármacos oncológicos. Cualquier cosa que se diga en sentido positivo, es mentira. ¡No los hay! Y los que existen se autorizan a cuentagotas, sin combatir eficazmente los padecimientos. Lo anterior, sin contar el tráfico con los medicamentos oncológicos y el influyentismo. El área de hospitalización de hematología en el CMN 20 de Noviembre, muchas, muchas veces ha recibido a familiares de funcionarios y políticos encumbrados. ¡Los diversos tipos de cáncer son enfermedades de pobres en el sistema público de salud!
Apenas este lunes 22 de agosto, Andrés Manuel López Obrador volvió a decir que a más tardar el año próximo se habrá conseguido la conversión de todo el sistema público de salud “muy por encima al de Dinamarca”. No hay nada más alejado de la realidad.
En el Hospital 20 de Noviembre del ISSSTE en la Ciudad de México (como seguramente se repite a lo largo y ancho del país) es un suplicio, primero, lograr consulta con los especialistas, y segundo, conseguir los medicamentos para enfrentar las enfermedades. Los tratamientos “paliativos”, cuando los médicos han decretado oficialmente desahuciados a los pacientes, sirven para maldita la cosa. Solo se manda a los pacientes a morir en sus casas. Eso de “mejor calidad de vida” es otra falacia. ¡No existen los medicamentos oncológicos!
Han sido muchas las veces en que hemos visto al titular de la Secretaría de Salud federal, Jorge Alcocer, asegurando que el abasto de medicamentos oncológicos está garantizado, lo cual es una absoluta falsedad, al menos en el Hospital 20 de Noviembre del ISSSTE de la Ciudad de México. Imagine usted: si así están las cosas en ese mega nosocomio, ¿cómo estarán en el Hospital de Especialidades del ISSSTE en Emiliano Zapata, Morelos?
Por otro lado, es importante señalar que el varias veces citado hospital capitalino presenta a diario la grave saturación de pacientes en busca de ser atendidos. Todos amontonados, sin el mínimo respeto a las medidas sanitarias contra el Covid-19. Los casos de personas contagiadas abundan y se mezclan con quienes van, por ejemplo, a hematología a recibir tratamientos de quimioterapias, etcétera. El desorden total. Nada que ver con el sistema hospitalario que tendría México, igual al de Dinamarca, en dos años del gobierno de López Obrador.
La conclusión de todo este asunto es que el sistema de salud pública nacional está en completa decadencia. Lo peor es que muchísimas veces se miente a los mexicanos desde Palacio Nacional, con el mayor cinismo del mundo, en el sentido de que los mexicanos podemos sentirnos orgullosos de la calidad que ofrecen los hospitales públicos. Al menos no pueden opinar así los pacientes oncológicos. Dios los bendiga a todos.