El 4 de abril del año en curso, durante la conferencia de prensa mañanera, el presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, expresó su conocida frase de que “no me vengan con ese cuento de que la ley es la ley”. Si recuerdan ustedes, era el momento más tenso del análisis en torno a la Ley de la Industria Eléctrica en la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Y en una más de sus manifestaciones contestatarias e impugnativas, AMLO se dirigió a los ministros de la Corte bajo el siguiente tenor:
“¿Puede más el poder de las empresas? No. Lo que se va a demostrar es si (los ministros) son abogados que defienden el interés público o son abogados patronales, empresariales”.
La misma mañana, López Obrador insultó de nuevo a los ministros por invalidar la regla que prohibía a ex funcionarios de gobierno trabajar para las empresas privadas y dijo que, pese a que hay ministros con dimensión social, la mayoría de ellos y en todo el Poder Judicial, son “como abogados patronales” y defensores de las empresas.
Lo importante para nosotros hoy es traer a cuento aquello de “que no me vengan con ese cuento de que la ley es la ley”, tras haberse difundido las medidas cautelares fijadas por el Instituto Nacional Electoral a la jefa de Gobierno de Ciudad de México, Claudia Sheinbaum Pardo, a fin de que se abstenga de seguirse promoviendo como candidata del Partido Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) a presidenta de la República. Como se sabe, dicha funcionaria, un día sí y otro también, se traslada a diferentes estados para promocionarse rumbo a las elecciones presidenciales de 2024.
Su equipo de precampaña utiliza cualquier forma de propaganda a favor de Sheinbaum Pardo, quien recibió con desagrado el recordatorio del INE de que “la ley es la ley”. Hasta un niño de primaria identifica la forma en que la jefa de Gobierno, así como los secretarios de Gobernación y Relaciones Exteriores, Adán Augusto López y Marcelo Ebrard, respectivamente, pisotean el marco jurídico electoral de México con actos anticipados de campaña, ello buscando posicionarse socialmente previo al desarrollo de la encuesta de la cual emergerá la candidata o el candidato definitivo de Morena al cargo hoy ocupado por López Obrador. A más tardar en septiembre próximo empezará a aplicarse la famosa encuesta. Sin embargo, el proselitismo actual de los tres funcionarios se realiza con el mayor cinismo, sin importar la vigencia de la reglamentación electoral. Las tres “corcholatas” de López Obrador le hacen mucho, muchísimo caso en aquello de “que no me vengan con ese cuento de que la ley es la ley”.
Tras haber recibido el oficio del INE conteniendo las medidas cautelares, Claudia Sheinbaum Pardo, mediante un comunicado difundido profusamente durante el pasado fin de semana, aseguró que las acataría, pero además lanzó un caudal de epítetos en contra de los consejeros del INE, de la misma forma en que López Obrador lo ha hecho durante meses. No vale la pena repetir los adjetivos calificativos, que solo corroboran el odio de los más encumbrados cuadros de Morena hacia el órgano electoral.
El ejemplo de Claudia Sheinbaum Pardo y otros destacados funcionarios federales, así como millones de carácter estatal y municipal, no es el mejor para la juventud mexicana. Lo peor es que un gobierno dizque diferente a los anteriores siga presumiendo su honestidad valiente, la pobreza franciscana, el ejercicio del poder sin corrupción y otras virtudes inexistentes, mientras en la realidad quebranta el estado de derecho.
Aquí recordaré que en 2017, para celebrar los 100 años de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, la UNAM publicó los resultados de la Tercera Encuesta Nacional de Cultura Constitucional.
De manera detallada, el estudio señala que 25 por ciento de la población piensa que romper la ley no es malo, lo malo es ser descubierto; casi 46.6 por ciento de los mexicanos dice que los miembros de una comunidad tienen el derecho de ejercer la justicia por su propia mano; y 27.3 por ciento está de acuerdo con que un funcionario público puede aprovecharse de su puesto “si hace cosas buenas”, reveló el estudio. ¿Qué piensan ustedes, gentiles amigos del auditorio y queridos lectores?
VIOLAR LA LEY
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