Muchas veces me he referido en este espacio periodístico a la decadencia de Cuernavaca, provocando reacciones a favor y en contra. También he recordado muchísimos trienios, desde 1970 a la fecha, en que los respectivos presidentes municipales mantuvieron permanentes conflictos con los gobernadores en turno, lo cual jamás trajo beneficios a la ciudad, sino graves rezagos, hasta el grado de llegar a la degradación actual, con un ayuntamiento sumido en la peor crisis financiera y política de su historia. Ni traerá desarrollo para la ciudad si el próximo carece de una buena relación con el gobernador Cuauhtémoc Blanco y capacidad de gestión ante el gobierno federal.
He escrito que “la decadencia urbana sucede cuando parte de una ciudad cae en deterioro o abandono. Las características del decaimiento incluyen altas tasas de desempleo, delincuencia, despoblación, paisajes desolados, edificios abandonados y familias separadas. La decadencia urbana no es por una sola causa sino por la combinación de varias, incluyendo urbanización precaria, pobreza, suburbanización y discriminación racial”.
Si algo caracteriza a Cuernavaca es la existencia de muchos sectores informales posesionados del espacio público para sus actividades económicas ilegales. Generaron lo que he identificado como “zonas de tolerancia” o “zonas de excepción”. Cuernavaca exhibe cada vez más la destrucción de su antigua cohesión social. Muchos de los residentes ya no se sienten orgullosos del lugar donde viven. Etcétera, etcétera.
Es así como quiero formular la siguiente pregunta: ¿Tendrá el próximo presidente municipal, José Luis Urióstegui Salgado, aptitudes, capacidad y pericia como para evitarse conflictos con el gobernador, amén de lograr vínculos con el gobierno federal, a fin de conseguir nuevas infraestructuras? ¿Tendrá las características de un magnífico coordinador de esfuerzos en el Ayuntamiento? ¿Conseguirá abatir o tal vez eliminar la deuda pública del municipio, que asciende a más de 2 mil millones de pesos? ¿Podrá controlar el comercio informal, hoy posesionado del espacio público?
Teóricamente, el alcalde es una personalidad democrática y dinámica, que mantiene un estrecho contacto con la ciudadanía evitando las actitudes clientelares o paternalistas, que no teme discrepar con ésta cuando ello es necesario y que actúa como un educador, enseñando con el ejemplo.
Un buen alcalde se rodea de técnicos capaces y motivados, que no son necesariamente ni sus amigos, ni sus seguidores. Prefiere un buen funcionario competente y capaz incluso de criticarlo, a un mediocre e incondicional seguidor. Tiene una visión estratégica de largo plazo de los problemas locales, más allá de las fronteras de su propia gestión. Intenta resolver los problemas utilizando tanto los recursos municipales como movilizando a la comunidad local.
“La Joya de la Corona” es el sobrenombre con el que los comunicadores sociales identificamos a Cuernavaca, pues se supone que, en caso de llevar a cabo una magnífica labor al frente del ayuntamiento, el alcalde en turno tendrá calidad natural para meterse en la lucha por la gubernatura en el año 2024, lo cual habremos de ver respecto al caso de Pepe Urióstegui Salgado, porque la política se fundamenta en las circunstancias y no en la lógica.
Empero, el futuro alcalde cuernavacense deberá buscar y hallar el mayor respaldo social y de quienes tengan efecto multiplicador, sobre todo en Ciudad de México y en Palacio Nacional, a fin de conseguir los recursos tan necesarios para abatir los grandes agravios sociales padecidos por Cuernavaca desde hace décadas.
Ni duda cabe que Urióstegui está libre de cuestionamientos, porque se trata de un hombre honesto e íntegro. Sin embargo, tales atributos son insuficientes por sí solos. Lo ideal es que vayan acompañados, insisto, por la capacidad de gestión y conciliación con quien fuere para ir tras dinero, dinero y más dinero. Dinero es lo que realmente se necesita en Cuernavaca, manejado de manera honesta, y no tan solo un catálogo de buenos deseos o atributos.
Efectivamente: hay quienes desde ahora ubican a Urióstegui en la antesala de alguna candidatura gubernamental hacia las elecciones de 2024, pero esos magníficos pronósticos nunca se cumplirán si como presidente municipal no resuelve la recurrente problemática capitalina en cualquier cantidad de temas. De entrada, habremos de conocer a los miembros del gabinete municipal para ver “hacia qué lado masca la iguana”. Dentro de una lista extraoficial trascendida en redes sociales hace varios días no están todos los que son, ni son todos los que están. Varios tienen dudosa reputación.