Una vez pasada la euforia propagandística, propiciada por la publicación en redes sociales de las fotos tomadas el fin de semana en un restaurante de Cuernavaca, donde se dieron cita los cinco principales morenistas que aspiran a la gubernatura, vale la pena reflexionar, ya con la cabeza más fría, qué fue lo que en realidad sucedió y cuáles son los mensajes que terminarán permeando en el ánimo político local y nacional.
Primero. Hacerlo de esa manera, sin citar a rueda de prensa, evitó cuestionamientos de los medios de comunicación y que alguno de los asistentes, en lo particular, ganara más reflectores de los que buscaban, en conjunto. La intención era enviar un mensaje uniforme, pero, con todo y el compromiso de los cinco, ya por su cuenta, sí dieron declaraciones y publicaron al respecto, como siempre, tratando de llevar agua a sus respectivos molinos.
Ahí comenzó a descomponerse la estrategia. Al no haber un posicionamiento claro y preciso firmado por los cinco, las especulaciones y los golpes bajo la mesa no tardaron en aparecer. Hubo de todo. Desde quienes comentaron la foto tomando partido por alguno o alguna de los convocados, hasta quienes los descartaron porque consideran que ya perdieron el control del partido y poco podrán influir en la toma de decisiones sobre las próximas candidaturas, pues pesarán más los compromisos que haga López Obrador, como sucedió en las pasadas elecciones del 18 y del 21.
Segundo. Lo que sí queda claro, leyendo entre líneas, es que la reunión se llevó a cabo bajo la sombra del temor de que el partido sea entregado a Ulises Bravo Molina, medio hermano del gobernador Cuauhtémoc Blanco Bravo, quien aprovechó la malograda revocación del mandato para promoverse entre el morenismo local. Tenían que enviar el mensaje, al interior de su partido y hacia la cúpula, que llegara hasta el presidente nacional y a su líder máximo, AMLO, de que cierran filas para enfrentar la intentona de Cuauhtémoc Blanco y Ulises Bravo de hacerse de control de Morena en la entidad.
Y tercero. Los cinco, en orden alfabético, Juan Ángel Flores, Margarita González, Lucía Meza, Rafael Reyes y Rabin Salazar tendrán que ser tomados en cuenta, al menos para cubrir las formas, en las próximas reuniones, que rebasarán a la sede nacional, y llegarán hasta las oficinas de Bucareli, donde serán informados de la decisión presidencial.
Entonces, tendrán dos opciones: alinearse, como lo hicieron en el 18 y el 21 o inconformarse y buscar opciones, de manera abierta o velada, como también lo hicieron en el 18 y el 21. El mayor temor que tienen es que se consolide un nuevo pacto del presidente con Cuauhtémoc Blanco y con Ulises Bravo, que los vuelva dejar fuera, malparados, rumbo a las elecciones del 24.
Y para iniciados
Para la oposición, el mejor escenario sería que se repita la experiencia de candidaturas impuestas como la de Gayosso o la reciente de Argüelles. Nuevamente enfrentados, divididos y decepcionados los morenistas, abrirían ellos mismos el paso a la posibilidad de un frente común que pudiera derrotar en las elecciones a Morena y sus aliados, con la finalidad de expulsar políticamente de la entidad a quienes nada más no aceptan ni reconocen como parte de sus filas, por más que ensalcen la figura de AMLO y juren lealtad a la 4T.
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