La explicación del desprestigiado responsable de la estrategia para enfrentar la pandemia de COVID-19 en México, Hugo López-Gatell Ramírez, sobre la posición de su jefe Andrés Manuel López Obrador, de reusarse a vacunar a los menores de edad, bajo el argumento de que corren menos riesgo que los adultos, sonó más a necedad que a explicación fundamentada. No podía ser de otra manera, puesto que anteriormente AMLO ya había fijado su postura en una de sus mañaneras y Gatell no se iba atrever a contradecirlo.
Con la palabrería de siempre, a la que ya nos acostumbró López-Gatell, nos recetó otra más de sus afirmaciones falaces, en la que deja de considerar la evidencia científica publicada por los organismos internacionales que dan seguimiento a la peor emergencia sanitaria mundial, registrada en cien años.
Decir, como lo hizo Gatell, que cada vacuna que se daría a uno de los 262 menores que obtuvieron la protección de la justicia federal, a través de un amparo, para salvaguardar su derecho a recibir la vacuna, que el gobierno les quiere negar, cuando están ofreciendo vacunas en donación a países centroamericanos y tienen dieciséis millones de dosis guardadas en almacenes, raya en lo contradictorio y absurdo. Aunque hay otra forma de verlo, la de Xóchitl Gálvez, senadora de la República, que simplemente calificó ayer a Gatell, literalmente, como un “pendejo”.
Desde que se tuvo los primeros datos confiables sobre a qué tipo de personas podría afectaren mayor medida el coronavirus, SARSCoV-2, que produce la enfermedad conocida como COVID, quedó claro que los grupos de mayor riesgo son los adultos mayores y las personas que tienen algún padecimiento que comprometa su sistema inmunológico, con independencia de su edad y esto incluye a las personas con obesidad, hipertensión, VIH, enfermedades cardiovasculares, tabaquismo, entre otros.
Los padres de los 262 menores hicieron uso de un derecho constitucional, con el objeto de proteger a sus hijos, pues por sus padecimientos se encuentran también considerados como población de riesgo, además de que existe un principio jurídico, universalmente reconocido, que supone la tutela de un interés superior: el bienestar del menor.
La respuesta de Gatell a los padres de familia y a los 262 menores suena a chantaje psicológico y sentimental. La de López Obrador, quien ahora pone en tela de juicio la protección brindada a los menores por parte de los jueces es muy de su estilo, desacreditar a todos y a todo lo que no sea como él lo dice.
El subsecretario, al que ya le dicen “el doctor muerte”, que bien debiera ser investigado y llevado a tribunales para que enfrente a la justicia por las decenas de miles de muertes que se pudieron haber evitado, el manejo político del semáforo de riesgo de contagio, la falta de congruencia entre los datos que revelan las instituciones de salud estatales, los organismos autónomos como el INEGI y las instituciones independientes de los gobiernos, como lo son las universidades, y las que registra el área a su cargo.
No sé usted, pero en vez de descalificar a los jueces y suponer una acción concertada de los conservadores para desprestigiar a la 4T (que no lo necesita porque se desprestigia sola y a cada rato) yo optaría por incluir a los menores de edad con padecimientos que los contemplen entre los grupos vulnerables en el Plan de Vacunación, por puro sentido común, pero creo que eso no es algo que se le dé ni a Gatell ni a López Obrador.
Y para iniciados
Todavía faltan meses para la toma de posesión de los alcaldes y ya el fuego cruzado está a todo lo que da. Los intentos de confrontarlos, de manipularlos, están a la vista. Van a recibir una papa muy caliente el primero de enero que viene, en particular José Luis Urióstegui en Cuernavaca. Ojalá no se vaya con los cantos de las sirenas y mejor escuche las recomendaciones de los que sí saben y no de los grillos que se le acercan.
¡Que tenga un excelente día!
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