México vive una realidad innegable, más allá de los discursos oficialistas en los que se habla de adversarios dedicados a mal informar a la opinión pública, pero los datos son los datos, y la Ley desafortunadamente no se ha aplicado como debe ser, derivado de ello el alto índice de impunidad que lleva a corrupción en los diferentes niveles de responsabilidad y temas que se nos ocurra abordar; pero peor aún, consideramos que lo que no se nombra no existe, sin embargo, es tiempo de construir una visión conjunta con la que atendamos el estado de emergencia en el que nos encontramos las mujeres a causa de la violencia de género.
El Presidente de México dirige a un país, donde cada día 11 mujeres son asesinadas a causa de la violencia de género, a causa de la desigualdad entre hombres y mujeres y que a esos 11 asesinos en su mayoría se les deja impunes.
Es innegable que cada día desaparecen 7 mujeres, la mayoría entre 15 y 21 años, mujeres a las que la autoridad no busca, mujeres que la delincuencia organizada dispone con fines de explotación sexual, porque la esclavitud moderna ataca a los más vulnerables, niñas, niños y mujeres, y otras formas diversas de trata de personas.
México es un país que tiene el deshonroso nombramiento de se una nación donde se origina la trata de personas, un país del que se raptan mujeres, niñas y niños, y además el territorio por donde se trasladan víctimas de trata para EU y América Latina; y donde también se reciben y explotan mujeres y niñas migrantes convirtiéndonos a la vez en una ruta de tránsito y un destino de explotación.
las cifras oficiales de 2022, hubo 127,424 denuncias por violencia familiar y 23,102 por violación.
El machismo, la discriminación y el patriarcado, buscan limitar la libertad, la dignidad y los derechos de la mitad de la población; es más, según la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares (ENDIREH) 2021, el 70.1% de las mujeres de 15 años y más, ha experimentado al menos un incidente de violencia a lo largo de su vida
Esta violencia nace de una discriminación alimentada por una cultura patriarcal en la que se justifica y se deja impune a los agresores.
Y seguramente son inimaginables las cifras negras de las violencias cotidianas y domésticas, las que ocurren a la sombre de la habitación familiar, esas que no tienen un registro estadístico, pues también es una dolorosa realidad que a las mujeres nos violentan donde deberíamos estar más seguras, en nuestros propios hogares, con nuestra familia, pero también ocurre en las escuelas y trabajos, lugares para nuestro desarrollo personal y laboral, en el transporte y en las calles.
Las consecuencias de la violencia de género son graves, afecta la salud mental y física, limita el bienestar y desarrollo de las mujeres, así como el de la sociedad en su conjunto
Ese es el panorama que vivimos las mujeres en este país! así, una vez más de las “n” mil veces que ya se ha dicho, lo diremos sin cansarnos, señor presidente, señores gobernadores y alcaldes, hay que reconocer que la violencia no tiene raza, clase, religión o nacionalidad, pero sí tiene género.
Por favor! No ir no se olvide este tema, este reclamo, está urgencia, en él novedad noticiosa de la dinámica social diaria.