Tal parece que, en lugar de subsecretario de prevención y promoción de la salud, deberíamos referirnos a Hugo López Gatell como el encargado de maquillación y minimización de los riesgos en la salud. En la práctica, no hay una sola parte de la estrategia de combate a la pandemia de COVID-19 libre de críticas, por cuanto a los especialistas en salud. Más bien, parece todo un fracaso.
Desde el inicio de la pandemia y hasta ahora que se vive la más intensa y extensa ola de contagios, en realidad incuantificable con certeza, debido a la falta de capacidad -y también de voluntad- de las instituciones cuatritransformistas para aplicar pruebas de diagnóstico, las autoridades sanitarias se han empeñado en ocultar la realidad, desviar la atención y minimizar la problemática que envuelve a la emergencia sanitaria en México, comenzando por el propio presidente de la República, cuyas actitudes soberbias, fanáticas e irresponsables han sido más que evidentes.
La fallida estrategia contra la pandemia ha ido arrastrando consigo a muchas de las dependencias estatales del ramo. Son pocas las entidades que han desarrollado análisis locales y regionales, elaborado una prospectiva y tomado medidas propias para sus circunstancias específicas. En su mayoría, argumentan para librar la crítica que se sujetan a la estrategia marcada por la federación. Ejemplo clarísimo de ello es el papel que ha jugado el secretario de salud de Morelos, Marco Antonio Cantú Cuevas.
Nada más para que usted se dé una idea de lo extraviado que está, cuando se registraron los primeros casos en la entidad, él declaró que se esperaría por ahí de cinco mil personas contagiadas. Y pues no, cinco mil son los muertos, y casos más de cincuenta mil. Cantú nunca, pero nunca ha presentado una estrategia propia para Morelos, a partir de sus circunstancias poblacionales, geográficas, de movilidad y demás. Resultado: una de las tasas de mortalidad más altas del país y del mundo, y la más alta en algunos momentos, y eso con las cifras oficiales. La ineptitud de Cantú Cuevas hará historia en lo local, tanto como la de Gatell en lo nacional.
El semáforo de riesgo de contagio es otra falacia. No es preventivo, sino reactivo. Hasta quince días después de que ya se produjeron cambios en casos activos y hospitalizaciones, que son dos de sus principales criterios, es que se aplican medidas. Vamos de regreso a clases presenciales con semáforo verde hasta el 23 de enero, justo en estos días en que se incrementa exponencialmente el número de contagiados. Claro que los gobiernos minimizan la problemática, diciendo que la variante Ómicron es casi como un catarro. Pero, no se olvide usted que ambas variantes, Ómicron y Delta, están presentes en el país. Y lo más importante. No sabemos qué tipo de secuelas puedan dejar en nuestra salud. Así que usted, por favor, sígase cuidando. Si López Obrador se quiere contagiar tres o cuatro veces, allá él, usted cuídese y cuide a los suyos.
Y para iniciados
La economía se va recuperando muy bien… la de Estados Unidos. La confianza para invertir en capitales financieros va creciendo… en Estados Unidos. Los trabajadores han tenido tan buenas condiciones que les ha sido posible enviar más apoyo a sus familias… los trabajadores en Estados Unidos, desde luego. Los pequeños empresarios seguirán recibiendo créditos blandos y financiamientos gubernamentales… en Estados Unidos. Habrá mayor crecimiento económico y la inflación podría controlarse… sí, usted adivinó, en Estados Unidos. Aquí, prepárese. Mañana, la tercera parte de este artículo, que será sobre las otras secuelas, las económicas, con las que AMLO dejará embarcado a México.
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