El Proceso de Nacionalización de la industria Eléctrica de México comenzó oficialmente el 27 de septiembre de 1960 y concluyó el 29 de diciembre del mismo año.
En ese entonces el gobierno federal tras haber agotado toda negociación con las empresas privadas, propietarias de las generadoras de energía eléctrica, sólo le quedó recurrir a la expropiación de todos los activos de la empresa Compañía de Luz y Fuerza que fuera la única renuente a negociar su indemnización.
El Decreto expropiatorio firmado por el ex presidente ALM, contenía la siguiente adición al artículo 27 Constitucional: “Corresponde exclusivamente a la Nación generar, conducir, transformar, distribuir y abastecer energía eléctrica que tenga por objeto la prestación de servicio público. En esta materia no se otorgarán concesiones a los particularesy la nación aprovechará los bienes y recursos naturales que se requieran para dichos fines”.
La ciencia dicta que, en México, la expropiación es el acto administrativo en virtud del cual el Estado priva a una persona física o moral de su propiedad ya sea parcial o totalmente, siempre que exista una causa de utilidad pública prevista en la ley y mediante el pago de una indemnización.
El presidente Andrés Manuel López Obrador en compañía del presidente ejecutivo de IBERDROLA, José Ignacio Sánchez Galán, anunció la adquisición de 13 plantas de generación de energía eléctrica a esa empresa con las que crecerá el patrimonio nacional en materia energética.
En un mensaje en sus redes sociales, el mandatario informó que “el Gobierno de México firmó el convenio de compra” dijo el nacionalista Tabasqueño: “Es una nueva nacionalización. (…) Con esto resolvemos para el corto y mediano plazo el consumo de energía eléctrica que requiere el país en pleno crecimiento y lo más importante de todo: de esta forma garantizamos que no aumenten los precios de la energía eléctrica a los consumidores”. Esta afirmación queda cuestionada ya que el costo de generación de las plantas de CFE es de 40.3 por ciento más alto contra los particulares, no veo cómo.
Cabe señalar que, la compra de las plantas de IBERDROLA se realizó con la empresa MEXICO INFRASTRUCTURE PARTNERS (MIP) y el Fondo Nacional de Infraestructura (FONADÍN), este fondo que se utiliza para infraestructura, por lo que unos 6 mil millones de dólares ya no estarán disponibles para los estados para el desarrollo de infraestructura, como carreteras, puentes o escuelas. CFE se hará cargo de la operación, pero no será el dueño.
Ante la sombra de la expropiación, IBERDROLA con la venta, se quita problemas político y jurídico derivados de la obsesión de AMLO, deja de ver a México como posibilidad de desarrollo y de mercado, además de considerarlo un país que no ofrece certezas.
Nadie sabe para quien trabaja, IBERDROLA con tal de mantener relativa relación con AMLO aceptó la compra de 13 plantas de las 27 que opera en nuestro país, por cierto, resultó costosa considerando que 9 tienen entre 10 y 25 años de operación, mientras que el resto se construyó entre 2017 y 2019.
De paso, IBERDROLA a nivel global, se descarboniza en la producción de energía eléctrica y destinará ese capital, y más, en la creación, en otros países, de plantas de generación eléctrica renovable, solar, eólica, de Hidrógeno Verde.Hace cinco años fue propuesta de parte de ella para AMLO, quien abiertamente la rechazó por interponerse en el sostenimiento petrolizado de su propio proyecto.
En septiembre de 2020 AMLO, con el ego adolorido, acusó a IBERDROLA de haber ofendido a México por convertir al ex Presidente Felipe Calderón en «uno más de sus empleados». La empresa descalificó a Andrés Manuel de actuar como «un populista» al recular en la política energética y, mejor, optó por una desinversión positiva.
¿Cómo les va a ir a los trabajadores que ahora dejan de ser de origen privado y pasan a ser servidores públicos?, algunos directivos y técnicos mexicanos de gran calidad, que prestan sus servicios en la empresa, seguramente pedirán su liquidación al conocer las condiciones salariales franciscanas a las que se sujetarán al pasar a ser servidores de la Nación, que no pueden ganar más que el presidente de la república.
Vaya parranda que se han de estar corriendo los asesores “chairos”, no los morenistas pensantes, cero y van tres proyectos que serán subsidiados por el pueblo mexicano, Dos Bocas, El Tren Maya y ahora las “mexicanizadas” plantas que operará CFE.
Queda claro que no fue una estatización, ni una nacionalización, ni una mexicanización ni mucho menos una expropiación, se trató sencillamente de una compra – venta de activos empresariales que hacen crecer chatarreramente el patrimonio nacional, más no incrementa ni con un vatio la capacidad de producción de energía, esta sigue siendo la misma que antes de la operación mercantil. Se evitó que la empresa, en su retiro, liquidara esas plantas dejando al país sin el abasto del volumen energético que en ellas produce.
Pregunto ¿hay razón para festejar?, recuerdo qué, quien termino definitivamente dicha expropiación, fue el ex presidente Felipe Calderón. Los pseudo trabajadores del SME, se la quisieron hacer de tos a Calderón, sin embargo, éste se sostuvo y liberó de esa carga económica que, de existir a la entrada de AMLO a la presidencia, por la empatía que existe entre el mecenas Martín Esparza y AMLO, sin duda hoy serían de las huestes de Siervos de la Nación que lo alabarían, tal y como lo hacen los miles de rémoras que aún permanecen en PEMEX.
Lo que hicieron Manuel Bartlett y Rodríguez de la O fue tratar de remendar lo que Andrés Manuel hizo, sin importar el alto costo que tiene, al cabo que, es una más de las decisiones que como siempre, tomó visceralmente.
La negociación se impuso a la retórica nacionalizadora.
¡Amigos les dejo como siempre un saludo con mucho afecto!