Hace falta ser muy marrullero para defender la consulta de Revocación de Mandato como si hubiese sido un éxito. Tan fuertes comenzaban a ser las críticas, incluso dentro de Morena, que Andrés Manuel adelantó el mensaje que tenía previsto para la mañanera de hoy. Se puso el saco y la corbata y salió anoche a tirar línea y levantar los ánimos, porque los números en sí mismos dejaron muy mal parado, en términos reales, a su gobierno cuatritransformista.
A las siete de la mañana con 14 minutos, de hoy once de abril, ya con más del 99.3% de las actas de votación computadas había una participación ciudadana registrada de 17.64%. En otras palabras, más del 80% de los mexicanos con derecho a votar prefirieron no hacerlo. Ni para que se fuera AMLO ni para que se quedara. En esta simulación de batalla de “AMLO sigue” contra “AMLO se va”, ganó como nunca antes, la abstención.
En concreto, el triunfo del presidente con el 90% de los votos a su favor es más que cuestionable, pues tenemos entonces un presidente que ya no puede presumir 31 millones de personas que lo respaldan, sino solamente poco más de 15 de los 93 millones con derecho a votar, lo que significa, además, que más de la mitad han dejado de apoyarlo. En realidad, con todo y los acarreados, el apoyo real en las urnas al presidente es de alrededor del 16% de los mexicanos en edad de votar.
Y aquí es donde se observa a los otros derrotados, los de la oposición. Con tales resultados, de no haber estado desarticulados, aislados y apáticos, conformándose con la tonta idea de hacer el vacío al presidente, si de verdad lo querían sacar lo podrían haber hecho. Tendrán ahora el consuelo de que una amplia alianza podría ganar las elecciones en el 2024, pues el régimen lopezobradorista logró estos votos haciendo no sólo uso del acarreo y de sus aliados del PT y el Verde, también hasta de la intimidación, ya que a funcionarios públicos de los gobiernos afines a la 4T fueron exigidas cuotas de votantes, bajo la consigna de que si no las obtenían hasta su trabajo corría riesgo.
De los más de mil setecientos millones de pesos de nuestros impuestos y los otros tantos miles de millones que se gastó la organización que se autodenomina “que siga la democracia”, con los que varios hicieron buenos negocios personales, ya ni hablemos. Es una ofensa, una burla, contra quienes son objeto de manipulación por las condiciones de pobreza y carencias en las que viven.
Esta consulta resultó una simulación y un fracaso histórico. Y quizá en algún futuro pueda funcionar siempre que se trate de una Revocación surgida de la demanda popular y no una estrategia de ratificación de un gobierno mentiroso e hipócrita.
López Obrador, su partido y sus aliados saben ahora el tamaño del reto que enfrentan rumbo al 2024, igual que sus opositores. Al pueblo, del que tanto hablan y se aprovechan, tanto las izquierdas como las derechas, le siguen dando más circo que pan, y más dedo que atole.
Y para iniciados
La siguiente batalla de Andrés Manuel para lograr el poder total, continúa hoy. Con todo contra el INE porque representa un obstáculo para que se haga lo que él quiera, como él lo quiera y cuando él lo quiera, sin importar lo que las leyes dispongan. Su reforma electoral será excluyente y centralizadora. AL INE sí hay que reformarlo, sin duda. Pero para hacerlo más técnico y menos político, no para ponerlo al servicio de una ideología o de un mesías. Luego de la revocación, me sigues doliendo México.
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