La familia es el núcleo fundamental de la sociedad. Es la institución social más antigua e importante de la vida humana, ya que en ella se adquieren los valores y se desarrolla la personalidad e inteligencia emocional de cada uno de sus miembros. Pero, ¿Qué sucede cuando dentro de la familia existen hijos y los padres deciden separarse?
De acuerdo a investigaciones Jurídicas de la Universidad Nacional Autónoma de México, la razón principal por las que se retrasa la separación de una pareja son los hijos. Indudablemente, un divorcio afecta a las y los niños, por lo que, algunas personas prefieren seguir viviendo juntos, a pesar de que hayan tomado la determinación de no continuar con el vínculo sentimental. No obstante, en algunos casos, resulta peor para los infantes el presenciar las desavenencias y riñas de sus padres, que tener que afrontar la separación, cuando esta se realiza de forma cordial.
En los casos de separación o divorcio, ambos progenitores conservarán la patria potestad y deben cumplir con todas sus obligaciones parentales. Sin embargo, los problemas más grandes se generan cuando no existe un acuerdo previo, y es un impartidor de justicia, el que debe decidir quién se queda con la custodia de los hijos. Para ello, debemos definir que la guarda y custodia es el derecho del menor de edad de vivir y formarse bajo el cuidado, control y responsabilidad de uno de sus padres.
La Suprema Corte de Justicia de la Nación ha determinado que tanto el padre como la madre están igualmente capacitados para atender de modo conveniente a sus descendientes, por lo que la decisión sobre quién detentará la guarda y custodia no debe basarse en prejuicios de género, sino en una valoración preponderante del ambiente más propicio para el desarrollo integral del infante.
Para ello, las juezas y jueces pueden ordenar el desahogo de periciales en materia de Psicología, Trabajo Social, Toxicología o cualquier otra materia que sea útil para determinar quién de los progenitores ofrece el mejor ambiente para el cuidado de las niñas o niños. Teniendo que valorarse no solo a los padres, sino a todas las personas que habiten con ellos, incluyendo a las nuevas parejas sentimentales, si es que existen.
La sola separación afecta a los infantes, por lo que es obligación de los progenitores el aminorar lo duro de este proceso. Por ello, la negativa injustificada del padre que detenta la custodia, para que sus descendientes convivan con el otro progenitor, puede ocasionar daños psicológicos, e incluso dar lugar a la perdida de la guarda y custodia. Asimismo, si el progenitor que solo tiene derecho a convivencias se niega a reintegrar al menor de edad a su domicilio, o incumple con sus obligaciones alimentarias, puede incurrir en la comisión de delitos sancionados con penas privativas de la libertad.
Por último, necesario precisar que la guarda, custodia y las convivencias, son derechos de las niñas y niños, no así de los padres. Por ello, a pesar de que exista una separación, serán los progenitores los responsables de mantener las bases de la familia, siendo respetuosos, comprensivos y solidarios con los derechos de sus hijos, pues no olvidemos que solo con un apoyo integral, los niños pueden alcanzar sus metas y su máximo potencial.