Los morenistas, a falta de saber gobernar, están de lleno en lo que sí saben hacer: campañas electorales. Los alineados, López Obrador les dijo corcholatas, se dieron cita en Coahuila este fin de semana, con la controvertida presencia del rebelde, Ricardo Monreal Ávila, cuya asistencia sorprendió a propios y extraños.
Las corcholatas morenistas ya fueron a dar muestra de músculo político a sus dos objetivos electorales del próximo año: Estado de México, primero, y Coahuila después, mismo orden de su caudal de votos esperados. Faltó Marcelo Ebrard, debido a su reciente contagio de COVID-19, y quien ya comienza a liderar en las encuestas. Claudia Sheinbaum y Adán Augusto López se sintieron incómodos frente al cúmulo de asistentes que vitoreaban a Monreal, pero conservaron la calma, sabedores de que el zacatecano no goza de la bendición presidencial ni tendrá oportunidad de rebasarlos estadísticamente.
Mientras, una foto de Andrés Manuel, dispuesto a jugar béisbol, en la que aparece junto con su hijo menor, circula profusamente en las redes sociales, haciendo crecer la molestia de la comunidad católica y particularmente la de la congregación de los jesuitas, por el desdén presidencial mostrado tras el asesinato de dos de sus miembros en Chihuahua.
Fieles a su forma de hacer política, los cuatritransformistas han salido a la defensa de su mesías, no con argumentos y razones, sino con ataques a la iglesia católica, a los curas en general y a la compañía de Jesús, de la cual, por cierto, forma parte el Papa Francisco. Un sector mas de la sociedad que exige al presidente revisar y cambiar su estrategia de seguridad, no para ensalzar la violencia, sino para hacer que se cumpla la ley y se combata la impunidad. Sector que, como los otros, será escuchado por AMLO a lo lejos, al que responderá desde las mañaneras, pero no hará caso, como a los demás.
A la par, sí se concretó la mayor alza histórica en las tasas de interés por parte del Banco de México, a pesar de la sugerencia presidencial de no hacerlo, lo que habla bien de la autonomía del banco central mexicano, con el objeto de contener el crecimiento de los precios, la inflación, que ya alcanzó niveles históricos, no vistos en los últimos 21 años, y que han puesto fuera del alcance de los más pobres muchos de los productos de la llamada canasta básica, mermando con ello el cacaraqueado bienestar.
Otro tanto se puede decir del incremento de precios de la gasolina y otros energéticos, las evidencias de corrupción en las instituciones del gobierno, la elevación de los costos que finalmente tendrán los mega proyectos del presidente, los jalones de orejas que vienen a darle los gringos cuando sus intereses se ven amenazados por las políticas populistas y la falta de crecimiento económico que, queda claro, no se ve forma que pueda haberlo, porque AMLO no está dispuesto a moverse más que en el mismo sentido: haciendo más campaña que gobierno.
Este es el escenario del punto de quiebre de un gobierno que fue la esperanza de 30 millones de mexicanos, reducidos a 15 que salieron a refrendarlo y de diez que quisieran ver a López Obrador reelegirse. Frente a 70 millones de pobres y 30 millones más de una clase media en pleno deterioro.
Y para iniciados
En Morelos, los rumores sobre los deslindes y migraciones de Morena hacia otros partidos ya comienzan a esparcirse. Pero todo dependerá de la suerte que corran las corcholatas nacionales para saber qué rumbo toman las fichas locales, porque, lo digan o no, lo acepten o no, forman parte del proyecto ya sea de los alineados o de los rebeldes, de los equipos de Ebrard, Sheinbaum o López, o bien del de Monreal o Fernández Noroña, quien en Morelos dejó claro que aspira a ser el candidato de la alianza en la próxima elección.
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