Hoy termina el periodo establecido para que los partidos políticos llevaran a cabo sus procesos de competencia interna, conocido como de precampañas. En teoría, quienes aspiraran a ser candidatas o candidatos de los partidos políticos podrían haberse inscrito para participar, pero lo que vimos en la realidad fue o bien el convencimiento, el sometimiento o la imposición para procurar que hubiera precandidaturas únicas.
Quienes se encontraron en esta mañosa categoría tuvieron el camino libre al interior de sus partidos políticos para promocionarse como si ya estuvieran en campaña, sólo que aparentando dirigirse exclusivamente a los militantes y simpatizantes de sus respectivas organizaciones partidarias.
Por lo que toca al estado de Morelos, quienes aprovecharon esta simulación, porque no hubo competencia interna real para obtener las precandidaturas, sino acuerdos cupulares que fraguaron las mismas, en el nivel federal fueron Claudia Sheinbaum Pardo y Xóchitl Gálvez Ruiz. Se pasearon, aparecieron en medios de comunicación y redes sociales, así como se dieron unos que otros rozones y codazos políticos.
Quien menos lo aprovechó fue Jorge Álvarez Máynez, pues los desatinos del ahora exaspirante, Samuel García, llevaron al partido y al finalmente abanderado a desarrollar una brevísima precampaña, también en calidad de precandidato único, pero por el minoritario y aislado Movimiento Ciudadano.
En el nivel local, tanto Margarita González Saravia, por la coalición oficialista encabezada por Morena, como la ex lopezobradorista, Lucía Meza Guzmán, abanderada por el bloque opositor, de igual manera, sin competencia interna de por medio, hicieron lo propio. A diferencia de la contienda federal, ambas precandidatas únicas, no se confrontaron directamente entre sí. Eso lo hicieron las campañas negras en las redes sociales. Prefirieron retomar las demandas más sentidas de la población para posicionarse no sólo entre los miembros de sus respectivos partidos políticos, sino también en el ánimo de los electores en general.
Para Jessica Ortega, de Movimiento Ciudadano, en forma similar como en el nivel federal, los tiempos se le vinieron encima y poco fue lo que pudo hacer en su calidad de precandidata única. La diferencia fue que la simulación de una competencia por la precandidatura al interior de su partido dejó una profunda decepción en los aspirantes que, provenientes de la sociedad civil o de otros partidos políticos, intentaron alcanzar la nominación, creyendo tiernamente que podrían convencer a Dante Delgado de brindarles su apoyo.
Los partidos evitaron gastos, desgaste y redujeron las posibilidades de rupturas sensibles, al menos por el momento, con la excepción del Partido del Trabajo, que jugará en ayuntamientos y distritos electorales locales con sus propias canicas. Pero no fue precisamente cumpliendo con las normas y los tiempos legalmente establecidos.
Como puede apreciarse con estos ejemplos, los partidos encontraron la forma de darle la vuelta a la legislación electoral, con la misma fórmula de las precandidaturas únicas. Comienza ahora otro periodo, el de intercampaña, en el que también habrá maneras de seguirse promocionando, nada más que estarán en una delgada línea que divide lo legal de lo sancionable.
Y para iniciados:
Los tribunales electorales, en sus respectivas jurisdicciones, tendrán la obligación de resolver sobre las impugnaciones ya presentadas, así como las que en breve se presentarán, para determinar si imponen o no sanciones por los actos reclamados hasta dónde va el actual proceso electoral. Los estudiosos y especialistas tienen bien claro que ha habido violaciones a las normas, unas más graves que otras, pero las ha habido. Ya veremos si los tribunales en verdad ejercen sus facultades o si se vuelven comparsas de este proceso electoral sui géneris.
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