Hay autos que se han hecho íconos a lo largo de la historia, el Ford Modelo T, que no fue de cuarta T sino de primera ya que floreció de un sistema de producción innovador a principios del siglo pasado, el Ford Mustang que en la actualidad es el único modelo original que permanece en producción ininterrumpida durante casi seis décadas, el Volkswagen sedán “El Vocho” uno de los autos más icónicos de la historia; un vehículo que sigue despertando la misma pasión y simpatía a más de 17 años de que dejó de producirse, 72 años atrás, la primer Combi salió de las líneas de ensamblaje en la planta de Volkswagen en Alemania. Hasta la fecha, más de 13 millones de unidades han seguido a la primera producida en serie. La historia de este clásico abarca seis generaciones de vehículos.
Y se quedan en el tintero muchos, muchos autos que han hecho efeméride en nuestra vida, el Fiat “Milechento”, el Renault 8, el Javelin y el Montecarlo de Chrysler, el Crown Victoria, el Maverik, el Falcon y el Gran Marquis de Ford, el “Chevy”, el Impala de Chevrolet y muchos más.
¿Pero por qué hago esta referencia?
Porque hace dos años la use para definir que mi auto, un Volkswagen Passat se estaba haciendo icónico por las veces que había visitado al mecánico y el alto costo de sus reparaciones.
Estoy en espera de que mi mecánico de cabecera Benjamín Zermeño me dé el presupuesto de las refacciones genéricas ya que las originales están carísimas para reparar una vez más a mi clásico auto ya que le está fallando una vez más la suspensión y la dirección.
En muchas columnas, en diferentes administraciones municipales, me he referido al padecimiento urbano de nuestra ciudad que ha merecido el peyorativo mote de “Cuernabaches”. Apodo que, a mí me ha ofendido desde hace 60 años que me lo dijeron por primera vez en la Vocacional 5 del Politécnico.
El reclamo al mandatario citadino ya es de formato establecido, exigencia ciudadana para que cuando menos tapar los baches, los agujeros, los pozos, las grietas, las zanjas del SAPAC, las tapas de registros, las coladeras, las alcantarillas que existen en todas, todas las calles de Cuernavaca.
Con toda caución y de la manera más respetuosa le pregunto al presidente Municipal de está sufrida y bombardeada ciudad, ¿hasta cuándo va a tolerar la incapacidad de trabajo, de que continúen fingiéndose turistas los señores trabajadores de obras públicas y cumplan con la encomienda de su trabajo?
En el trienio pasado irracionalmente corrieron a los trabajadores de esa dirección, la razón, no la conocimos, probablemente fue como justificación a la ineficacia del “Lobito”.
Hoy de manera permanente seguiremos reclamando al alcalde capitalino que haga su trabajo de manera urgente y atinada.
Urióstegui como Villalobos está ornamentando el camellón de Boulevard Juárez, cuando lo que se necesita es reparar el pavimento de esa importante avenida.
En tema de responsabilidad de gobierno, hago otro reclamo urbano, el domingo y ayer lunes caminé por la calle Lerdo de Tejada, estaba con basura de hace días, Cuernavaca hasta hace unos años era destino turístico, hoy son pocos los turistas que se atreven a venir a causa del rezago que tiene, de la desatención y de la inseguridad.
Respecto a ese tema, el gobernador ya reaccionó tal y como lo avizoramos, ante la pregunta que le hiciera una reportera respecto a un asesinato reciente, respondió que esa era responsabilidad municipal al renunciar a incorporar a la policía al paquete estatal.
Diría mi querido Poncho Sandoval “Toma Chango tu banana”
Como siempre les dejo un saludo con mucho afecto.