Platicaba con un Taxista en la Ciudad de México, la bien llamada “Ciudad de los palacios” por Charles La Trobe (1801-1875), en su libro “The Rambler in México”, “El excursionista en México” sobrenombre erróneamente atribuido al Barón Alexander von Humboldt , sobre el arranque del segundo piso de la administración cuatro teísta de la Doctora Claudia Sheinbaum.
Me comentaba Don Jesús Martínez que, durante 30 años, hasta hace diez, fue chofer de “casa grande” habiendo sido un judío el último patrón hasta que con sus ahorros pudo adquirir un auto y la concesión para hacer su propio negocio, un taxi.
En ese oficio tuvo oportunidad de conocer y depender de funcionarios de gobierno y ricachones. Uno de ellos fue Ignacio Ovalle, exdirector de Seguridad Alimentaria Mexicana (SEGALMEX), quien no tiene abierta ninguna investigación en la Fiscalía Especializada en Materia de Delincuencia Organizada, ni tampoco en materia administrativa en la Secretaría de la Función Pública, pese al desvío de 17 mil millones de pesos en el organismo que dirigió durante tres años. Este tema, la Doctora Claudia no lo ha tocado para nada y por lo que se especula, no lo tocará al dar continuidad a lo iniciado y hecho por el Macuspano y más en los negocios familiares de éste.
Y ya en el tema de la iniciación de Claudia Primera de la Gran Tenochtitlán, me decía el enterado taximetrero, que en su discurso la Doctora se refirió a puro “pan con lo mismo”, bien cierto digo yo, con la novedad de que ella casi se llevó la mitad en puras alabanzas al gran Tlatoani López Obrador, lo que no hicieron los anteriores presidentes respecto a sus antecesores, a ellos se les marcaba con tinta imborrable una raya, una raya que marcaba el límite de su actuar, el presidente … ya era otro.
Efectivamente el primer discurso presidencial de Claudia Sheinbaum no fue novedoso ni animoso, fue “pan con lo mismo” con diferente voz, la de la presidenta, quien transmitió devoción, orgullo y compromiso con la continuidad, con la misma tarabilla de “por el bien de todos, primero los pobres” o “no puede haber gobierno rico con pueblo pobre”.
Las primeras líneas del primer discurso de la primera presidenta de México establecieron su posición y el tono para los mensajes posteriores: ella profesa devoción y lealtad absoluta a Andrés Manuel López Obrador. Dijo, entre muchas ponderaciones, que:
“Hoy lo decimos con certeza y sin temor a equivocarnos: la historia y el pueblo lo ha juzgado; Andrés Manuel López Obrador, uno de los grandes, el dirigente político y luchador social más importante de la historia moderna, el presidente más querido, solo comparable con Lázaro Cárdenas, el que inició y termina su mandato con más amor de su pueblo. Y para millones, aunque a él no le gusta que se lo digan, el mejor presidente de México…” hasta aquí la goya presidencial.
Decepcionante que Sheinbaum no dedicara sus primeras palabras a temas graves heredados por Andrés Manuel. Se ocupó de temas cargados de simpleza, sin importancia para el ente pensante que a la expectativa esperaba escuchar un listado de soluciones y en dónde se soportarían,
Claudia Sheinbaum ratifica su apuesta por continuar el legado de su predecesor, tanto en sus programas sociales como en los puntos más criticados.
Sin olvidar a los antepasados gobiernos, habló del “fracaso del modelo neoliberal”, para argumentar que la autonomía del Banco de México será respetada dejando a salvo las reservas, ejercerá con acierto el control de la deuda pública, garantiza la inversión pública y privada y a los mexicanos que tributan les anuncia una política fiscal responsable, dijo: «Las finanzas son sanas, no habrá incremento de impuestos».
La presidenta Claudia Sheinbaum Pardo, se comprometió a no fallarle al pueblo de México y refrendó que gobernará bajo los principios del Humanismo Mexicano y de la Cuarta Transformación: no mentir, no robar y nunca traicionar a las y los mexicanos. Humanismo mexicano, esa ideología que Carlos Elizondo Mayer define en Reforma como “guanga, repleta de frasecitas pegajosas de su creador”. La Doctora Sheinbaum presentó la estrategia de seguridad de la nueva administración la que tiene mucho mayor lógica que los guangos abrazos de AMLO.
La incongruencia entre lo dicho y lo hecho es manifiesta con lo expresado por la presidenta Claudia Sheinbaum que, con motivo del 12 de octubre, niega la existencia del «descubrimiento de América», tras reiterar la petición al rey Felipe VI de que pida una disculpa pública a los pueblos originarios de México por sus acciones durante la Conquista.
Y en ese tema, la chilangada no se hizo esperar la jefa de Gobierno de CdMx, Clara Brugada, firmó una declaratoria oficial para que el 12 de octubre se convierta en el «Día de la Resistencia Indígena» en la Ciudad de México, emulando con ello a lo hecho por el par de sátrapas, Hugo Chávez en 2002 en Venezuela y Nicaragua de Daniel Ortega en el 2007.
Para qué dar tanto brinco estando el piso tan parejo. López Obrador pretendiendo echarse un tiro con el Rey de España lo retaba valiéndole un cacahuate la relación México – España, valiéndole gorro las relaciones y familiaridades existentes entre mexicanos y españoles.
Claudia debería ignorar la posición de “masiosare” de AMLO, ella va por el rescate de México, a enmendar lo que hizo su antecesor y Clara debe de entender que gracias a Juanito y Omar García Harfuch tiene lo que tiene y a ambas les convendría … no sudar calores ajenos.
Amigos como siempre les dejo un saludo ¡con mucho afecto!