Ya casi escucho las palabras del presidente, Andrés Manuel López Obrador, calificando a las mujeres que marcharon ayer para exigir su derecho a vivir sin miedo, para protestar por miles de mujeres que han sido víctimas de algún tipo de violencia y demandar del Estado que cumpla con sus obligaciones. Dirá que mayormente se portaron bien. Y ese es el problema, que califica en lugar de resolver, que acusa para no responder y se esconde para evitar que lo confronten.
Endilgará la culpa de la violencia contra las mujeres al neoliberalismo, sin reconocer que en su gobierno no hay ni una sola acción contundente, clara y directa que haya dado resultados positivos, sino simulación y discursos, que expresan muy buena voluntad, pero en la práctica se quitaron las guarderías, la revictimización parece haberse normalizado y la impunidad sigue siendo rampante.
AMLO descalifica el movimiento y la protesta de decenas de miles de mujeres diciendo que son manipuladas, utilizadas por grupos de conservadores que están molestos porque han perdido sus privilegios, cuando la realidad es que a quienes han perdido una hija, una hermana, una madre o una amiga, quienes han sufrido por la violencia doméstica, han sido víctimas de violación, de abusos o de acoso, poco importan los mentados grupos de conservadores y de intereses creados, que el presidente arguye para desviar la atención.
No puede decir que su gobierno ha cumplido con las mujeres, porque esa afirmación se caería más rápido que cuando afirma que en México ya no hay corrupción, que no son iguales. Implícitamente reconoce que no se ha logrado la igualdad efectiva, al decir que están trabajando en ello. No responde a las demandas, sino acusa a sus adversarios, a los reales y a los imaginarios.
Amuralló Palacio Nacional y mandó elementos policíacos y de la Marina para que resguardaran la comodidad de sus austeros aposentos de toque colonial. Se escondió tras los muros, las vallas y los escudos para no enfrentar las realidades que manifestaron las mujeres frente a su modesta vivienda presidencial. Y prefirió declarar, otra vez para desviarla atención, que su gobierno es víctima de espionaje por parte de sus adversarios.
Para el presidente, el 8M es un trago amargo que tiene que aguantar, pero hasta ahí. Está más dedicado, buena parte de sus horas laborales, a dar seguimiento e instrucciones para que la estrategia de propaganda respecto a la consulta de Revocación de Mandato salga a su favor, con la mayor cantidad de votos posibles y, al mismo tiempo, sirva para descalificar al INE.
Y para iniciados
En Morelos pura simulación, actos de acarreo y clientelismo. Vamos a ver los resultados de los foros, las ponencias y las mesas de trabajo, que deberían aportar en forma sustantiva. Cuesta comprender que temas tan delicados, como la violencia feminicida, el acoso y el abuso sexual, las desigualdades laborales y la violencia psicológica o patrimonial sean tratados por la diputada panista, Andy Gordillo, tanto al interior del Congreso, como en sus redes sociales, con una ligereza que raya en la frivolidad. Son temas muy serios y sensibles para tomarlos como una invitación a la alegre convivencia de promoción política personal. Pero está a tiempo de darse cuenta, que no va por ahí, que las mujeres del estado demandan y esperan mucho más que vídeos con musiquita.
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