La semana pasada en conscuencia del incidente aéreo ocurrido en la Ciudad de México, escuché de viva voz del representante de los Controladores de vuelos que la Aviación es una profesión que no admite errores.
Yo pienso que son todas o casi todas las profesiones que obligadamente no admiten errores, ejemplos de ellos tenemos muchos, basta recordar la Línea 12 del Metro en la que un error ingenieril provocó la muerte de 26 personas y dejó decenas de heridos, el socavón de Palmira en donde murieran dos hombres por la misma causa y la corrupción asociada y, el error mayúsculo en la Pandemia en donde la negligencia, la omisión, la arrogancia médicas, complacieron con el deceso de más de 500 mil personas
Los Médicos al ser admitidos como miembros de la profesión médica, ante sus maestros y en la Facultad de Medicina que le enseñó todo cuanto saben, juran entre otros preceptos:
Consagrar su vida al servicio de la humanidad, practicar su profesión con conciencia y dignidad, la salud de los pacientes será el objetivo prioritario de su trabajo, respetar al máximo la vida y dignidad humanas, no realizar experimentos que entrañen sufrimiento, riesgo o que sean innecesarios o atenten contra la dignidad humana,procurar ejercer la profesión con dignidad y seguridad.
La medicina es una de las profesiones que no admiten errores humanos.
La cirugía es una actividad de la profesión médica, en que la mano humana aparece como un ingrediente esencial del acto quirúrgico, el cual sin duda representa una invasión y agresión cruenta en el paciente, con el objetivo supremo de beneficiar, de curar, de remediar, de mejorar, etc., con la convicción absoluta de que es la mejor, sino es que la única opción terapéutica para cada caso en particular, y ofrecer dentro de lo humanamente posible la eliminación de una patología, bajo el sustento de una consciente capacidad profesional y comportamiento ético, evitando al máximo los riesgos, con la intención suprema de hacer un beneficio y de evitar daños innecesarios.
De siempre ha existido la preocupación de que se pudieran realizar cirugías innecesarias, se acepta que estas se han presentado en todas las épocas, la responsabilidad del acto quirúrgico innecesario como tal, ha sido siempre impugnado y juzgado por los propios cirujanos, grupos colegiados, asociaciones médicas, academias, universidades, por escuelas y facultades de medicina y por supuesto por los pacientes o sus deudos en caso de haber fallecido;
El concepto de cirugía innecesaria, se debe obligadamente interpretar, considerando las épocas, las escuelas médico-quirúrgicas, las preocupaciones por controlar la educación y preparación de los médicos y de los cirujanos, los niveles de los conocimientos científicos, las culturas, las investigaciones, los recursos económicos, las costumbres, las modas, e incluso las ideas religiosas, etc., hasta llegar actualmente a la cultura de la calidad en la atención médica y más aún a la cultura del ejercicio de la medicina basada en evidencias.
Desde hace más de 60 años disfrutamos de los beneficios que otorgan los Seguros de Gastos Médicos Mayores, derivados por la adquisición voluntaria o por constituir parte de las prestaciones salariales de los asegurados. Su crecimiento muy lento en las primeras décadas se ha incrementado significativamente en el último lustro por el creciente aumento del costo del cuidado integral de la salud, sobre todo contra un enemigo biológico desconocido, el SarsCop.
Al asociar a la Medicina, a la Cirugía y a los Seguros de Gastos Médicos Mayores surge el mercantilismo médico con cirugías innecesarias sin beneficio del paciente, que va en contra del principio de no maleficencia, sin considerar las consecuencias de los daños y agresiones, que van en contra del principio de justicia al realizar un acto claramente innecesario, que puede incluso complicarse, que incurre en dispendio de recursos y sobre todo al realizarse sin considerar las actividades profesionales y estilos de vida de los pacientes.
El abuso que se hace de una oración que dice “al cabo el seguro paga” lleva a practicar cirugías como la de una simple fractura de metacarpo colocando placa y seis tornillos y que exige su retiro posterior, la que bien, con una férula se pudo solucionar.
Los movimientos de la mano, así como actividades en donde implica agarrar, apretar, escribir, vestirse, cepillarse, entre otras ya no se realizan en plenitud.
Recuerdo lo que me decía el insigne Doctor Pedro José Zarate Ocampo tras realizarme 16 cirugías reconstructivas de piernas: principio de traumatología es preservar la vida, después mantener la actividad física y por último la estética. Ninguna de las 16 intervenciones fue calificada de innecesaria, hoy cuento veinte dedos, camino con peculiaridad, no tengo un solo tornillo en mis huesos y no requiero de aparato alguno para deambular, todo ese milagro se realizó hace 41 años en donde las condiciones médicas eran diferentes y por supuesto, los Médicos también.
Amigos como siempre les dejo un saludo con mucho afecto.