En los últimos veinte años el endeudamiento de los Municipios en México se ha incrementado sustantivamente, en algunos de forma irrazonable, los más, han hecho buen uso del financiamiento, han superado el rezago de sus ciudades, modernizando su infraestructura, dotando de servicios a la ciudadanía.
No así en Morelos en donde las Haciendas Municipales se encuentran con fuertes problemas, se trata de una situación en la que se debe pensar y construir alternativas, considerando que es el nivel de gobierno más frontal con la ciudadanía y en donde ésta funda sus expectativas para la solución de su problemática.
La alternativa del endeudamiento para los gobiernos municipales supone riesgos y ha motivado incentivos perversos que los han posicionado en niveles no sostenibles en sus pagos.
¿Cuáles son las alternativas que existen y a las que pueden recurrir los alcaldes para enfrentar tal situación? ¿Pueden los municipios consolidar un esquema de autonomía financiera y así evitar problemas? ¿Se debe pensar en otro tipo de diseño municipal que permita una mayor recaudación y evitar panoramas tan críticos?
El municipio de Cuernavaca en la pasada administración se declaró en quiebra para evitar cualquier situación jurídica que se generara por falta de pago y compromisos laborales ante la crisis financiera que prevalecía y que se agudizó con la pandemia.
En el mes de abril la jueza del quinto distrito Martha Eugenia Magaña López falló a favor de la empresa Promotora Ambiental (PASA), dedicada a la recolección de basura, para que el Ayuntamiento de Cuernavaca le pagara en un lapso de 48 horas 37 millones de pesos, deuda que le heredó el peor alcalde que hemos padecido los Cuernavacenses, Antonio Villalobos.
El edil capitalino Urióstegui Salgado solicitó a la contraloría municipal que se hagan, a Toro pasado, las investigaciones correspondientes a las administraciones anteriores, para verificar qué exfuncionarios realizaron malos manejos, pues el pago millonario que se hizo representó un impacto severo al municipio.
Pretendiendo mejorar la baja captación fiscal, Cuernavaca sugiere como alternativa de solución el incrementar el nivel de recaudación predial, medida que no se me hace descabellada, siempre y cuando no incrementen los aranceles, sino que aumenten la base tributaria.
Los impuestos a la propiedad, como el predial, suelen ser la espina dorsal de las haciendas locales. Sin embargo, éste no es el caso en México pues el predial en la actualidad aporta sólo menos del 10% del ingreso municipal. Si bien desde inicios de los años ochenta, desde que el predial es potestad municipal, en Cuernavaca desde el 2000, la recaudación de este impuesto ha aumentado, está muy por debajo de su potencial recaudatorio y de lo que recaudan otros países de ingresos similares.
En 2014, según las estadísticas de ingreso de la OCDE, Chile, Brasil y Uruguay recaudaron 0.59, 0.48 y 0.73% de su PIB en impuestos a la propiedad, mientras que México se recaudó el equivalente a 0.2% del PIB.
En este año ya nada se puede hacer para modificar las tarifas autorizadas en la Ley de Ingresos del Municipio de Cuernavaca que fuera validada por la LV Legislatura, de hacerlo, sería hasta el 2023, año en que inician los golpes bajos, mordidas y trompones entre los que se atreverán a buscar candidatura alguna.
El recurrir a una medida tan impopular que lleve al aumento del predial indica que es cuando los gobernantes de los municipios tienen mayor riesgo de perder las elecciones. José Luis Urióstegui ha sido mencionado como posible candidato por Acción Nacional a la gubernatura de Morelos. Su escenario en la comuna se reduce a un año más, lo que le permitirá reunir fuerzas políticas para enfrentar un hándicap que no le es tan desfavorable, recordemos que, en la próxima elección, la imagen y el nombre de AMLO no aparecerán en las boletas, lo que iguala las condiciones entre los partidos políticos.
Dudo mucho que esa alternativa sea considerada como solución hacendaria, dejando a Cuernavaca en una mayor competencia electoral y una menor recaudación predial.
Amigos la semana tiene siete días y ¡gracias a Dios es viernes!
