Heredero de la tradición de venta de artículos deportivos, el empresario y activista, Alejandro Martí, falleció a los 73 años de edad.
Don Domingo Martí Riera y su hijo Domingo Martí Fortún abrieron en el Centro del entonces Distrito Federal la primera tienda de artículos deportivos; el entonces joven Alejandro, nieto e hijo de los fundadores, durante los Juegos Olímpicos de México 1968, implementó con gran éxito un stand deportivo en la Villa Olímpica, convirtiéndose en el punto más importante de la justa deportiva.
Un año después Martí inició la apertura de tiendas en distintas partes; durante años destacaron las ubicadas en Plaza Universidad, Insurgentes y Plaza Satélite.
Al arranque de la década de los 90s impulsó el concepto de ‘Fitness Center’; para 1995 inauguró el primer club deportivo Sport City Eureka, cuya característica fue ofrecer calidad, exclusividad y un entorno vanguardista para ejercitarse.
En 2008 Grupo Martí recibió como socio a Don Alfredo Harp Helú, quien aportó conocimiento y su gusto por el deporte; en ese momento inició a una nueva etapa de transformaciones comerciales; Grupo Martí siguió consolidándose como uno de los negocios más sólidos de México, teniendo un crecimiento de más del 50% de tiendas para alcanzar más de 200 sucursales de distintos formatos.
La vida de Alejandro Martí se vio sacudida con el secuestro y asesinato de su menor hijo Fernando en ese 2008. El adolescente fue secuestrado en el Distrito federal; su familia pagó la suma requerida por los delincuentes, sin embargo su cadáver fue hallado 53 días después en el el interior de la cajuela de un vehículo con reporte de robo en Coyoacán.
«Si no pueden, renuncien».
Alejandro Martí, tras la desgracia, inició una batalla en contra de la violencia que azotaba al país durante la gestión de Felipe Calderón Hinojosa. Invitado a la sesión del Consejo Nacional de Seguridad en agosto de aquel fatídico año, frente al titular del Ejecutivo y el secretario de seguridad, Genaro García Luna, lanzó la lapidaria frase: “Si no pueden, renuncien”.
“Si no pueden, renuncien, pero que no sigan ocupando las oficinas de gobierno, no sigan recibiendo un sueldo por no hacer nada. Eso también es corrupción”.