Son tiempos convulsos. Hemos pasado por vivencias inéditas en la historia reciente, algunas asociadas al devenir internacional, en este mundo cada vez más globalizado y mejor comunicado, pero otras propias de nuestras decisiones internas, sea por acción o debido a la omisión.
En lo global, los modelos que nos vendieron las ideologías como la solución a los retos de la humanidad, fracasaron a lo largo del siglo pasado y lo que va del presente. En lo nacional, todos los presidentes dejaron de cumplir sus promesas. Nos mintieron. Y por más que se quiera creer en que tuvieron buena voluntad, en los hechos no lograron sacar al país del atraso, la pobreza, la inseguridad y la marginación.
Otro tanto, hablando específicamente de Morelos, pasa con los gobiernos locales. La esperanza de que la alternancia en el poder diera mejores expectativas se ha desvanecido cada que llega un gobernante nuevo. PRI, PAN, PRD, PES y MORENA, en los últimos sexenios, los gobernantes postulados por sus filas, sus diputados, presidentes municipales y funcionarios se quedaron muy lejos de cumplir con el pueblo.
Vivimos una historia que para algunos podría ser circular, como la serpiente que se muerde la cola. Prometen, se los elige, fallan, otros prometen, se los elige y también fallan. Y así la historia sigue y sigue. Pero yo no creo que sea circular, sino en espiral. Sólo que un espiral, no hacia arriba, sino hacia abajo. En lugar de que haya mejoras, cada vez el panorama pinta para peor.
Y eso, vistos así solitos, como entidad. Si nos comparamos con otras de la Federación, habrá con quien podamos competir en ¿a cuál le ha ido peor? Y entre las que más han avanzado, ya se trate de seguridad, inversiones, infraestructura, comunicaciones y demás, salimos como el perro arrepentido, con la cola entre las patas.
Ya parece una especie de “manual del nuevo gobernante” el que a escasos días de su llegada se queje de la precaria situación en que lo dejó la anterior administración. A lo largo de su gestión insista en que la responsabilidad de lo que no ha podido resolver la tienen los de atrás. Los que llegan reciben una papa cada vez más caliente que el anterior, se escudan en que no hay recursos suficientes y afirman que han avanzado, pero falta mucho por hacer. Pamplinas.
Y, aun así, ahí están apuntados, impulsando sus proyectos políticos personales y de grupos. Los mismos de siempre. Preparándose para las siguientes elecciones y anhelando conseguir las candidaturas, lo reconozcan públicamente o no. Ese interés tiene razones, motivos, que no son los de la búsqueda del bien común, de trabajar para el pueblo, de las convicciones democráticas y altruistas. Nada por el estilo. Los que hay hasta el momento son movidos por sus intereses personales, porque saben que, aunque al pueblo le vaya mal, a ellos va a irles bien.
Hace falta una sacudida de conciencias, un renacer de la participación de la sociedad en la política. Oxigenación y renovación, porque con los mismos que han buscado o tenido el poder, no podemos esperar que nada cambie.
Y para iniciados
Las riendas del gobierno ya comenzaron a pasar de mano. Samuel Sotelo Salgado ve declinar, rápidamente, su posición como interlocutor oficial bajo la expansión de los hilos que mueve Víctor Mercado Salgado, con todo y una posición de rango formalmente menor. Mónica Boggio Tomasaz, estructuralmente jefa de Mercado, ya está más que rebasada. La pregunta es ¿cuánto puede durar este escenario sin que exploten las inconformidades al interior del equipo de gobierno?
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