Muchas ocasiones he atestiguado las diferencias de opinión que se tienen sobre la forma de proceder del presidente Andrés Manuel López Obrador desde su triunfo en las elecciones presidenciales del 2018. En eso también ha polarizado. Mayormente hay quienes ven el él a un individuo cuyos planteamientos están basados en el pragmatismo político o bien quienes lo identifican como un hombre de ocurrencias y caprichos.
De un lado, la promoción de ideas inamovibles sobre sus posturas discursivas, como la lucha contra la corrupción, el neoliberalismo y a favor de los pobres. Cada vez más cercano a la confrontación contra el “imperialismo yanqui”, que tanto ha funcionado a los regímenes latinoamericanos autoritarios y populistas, pero sin decidirse a encarar de frente a los presidentes norteamericanos, a quienes se refiere con respeto. Tiene bien identificados a los que desea como adversarios y Joe Biden no es uno de ellos, como no lo fue Donald Trump. Si es por estrategia o por miedo, sólo él lo sabe.
De otro lado, los anuncios sorpresivos, a veces intempestivos, sobre decisiones que caen entre sus facultades, pero que no son tan fáciles de llevar adelante, porque la Constitución, las leyes y las instituciones mexicanas se fueron diseñando, al paso de los años, para evitar que los presidentes siguieran sintiéndose como dioses todopoderosos por seis años y tuvieran que sujetarse a los acuerdos políticos expresados en las normas. Aun así, nos sorprende de vez en cuando con una y otra ocurrencia, como la de alquilar el avión presidencial para bodas y quince años o lanzar una propuesta de paz para el mundo, que no es tomada ni siquiera en serio.
Hoy la sorpresa es la intención de liquidar a Notimex, la agencia gubernamental de noticias que ha servido durante décadas como medio de difusión oficial. A la que se marginó desde el inicio de su mandato y, como al INAI, se mantuvo inoperante hasta el momento en que ya mejor proponen desaparecerla, pues para López Obrador, las mañaneras son suficientes.
No necesita ya de una agencia de noticias del gobierno. Él concentra toda la información, pone y quita de la agenda, responde o calla, según su conveniencia. Tiene razón, mientras duren las mañaneras y tenga sus redes sociales activas Notimex será un elefante blanco, un gasto inútil del que puede prescindir. La liquidación de los empleados es un daño colateral que ya encargó solucionar a los secretarios de Gobernación y del Trabajo. A su consentida, la actual directora, Sanjuana Martínez Montemayor, algún acomodo encontrará para no dejarla fuera del presupuesto.
En el modelo de comunicación de Andrés Manuel, lo que importa es su presencia, son las redes sociales que difunden lo que él quiera, al tiempo de generar conversación a su favor y en contra de sus adversarios, incluidos los medios de comunicación. Ya sean propiedad de consorcios o los independientes, si no le rinden pleitesía o, sencillamente, si son objetivos, con eso califican también para él como adversarios.
Hace algunos años tuve la oportunidad de conocer la importante labor de Notimex en el extranjero. Eso sí me pesa al reflexionarlo. Si la soberbia lo hace pensar que las mañaneras pueden sustituir la labor de un equipo profesional para beneficio de la imagen de México en el mundo, quién sabe a dónde vayamos a parar.
Y para iniciados
El presidente se ha referido a las elecciones en Estados Unidos como una “temporada de zopilotes”. Me hizo pensar en que no le falta razón. Aves carroñeras que rondan para comer sobras o para atacar al indefenso. Sin embargo, si eso pasa allá, igualmente ocurre acá. Los zopilotes locales andan en precampañas veladas, pagando publicidad en medios y redes, haciéndose ver en la parte trasera de los servicios de transporte, rindiendo informes de lo que no han hecho y prometiendo lo que no van a cumplir. Al fin de cuentas, zopilotes y zopilotas en campaña.
La información es PODER!!!