Este lunes 8 de agosto, durante la conferencia de prensa “mañanera” escenificada en el Salón Tesorería del Palacio Nacional, el presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador reiteró que emitirá un acuerdo “administrativo” para incorporar la Guardia Nacional (GN) a la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena). Y lo hará mediante ese mecanismo, debido a que Morena y sus aliados no tienen la mayoría en la Cámara de Diputados para reformar la Constitución respecto al mismo tema. De hecho, la GN ya forma parte, a nivel administrativo, de la Sedena.
¿Cuál es la situación actual de la GN frente a lo preservado por nuestra Carta Magna? El artículo 21 constitucional indica con absoluta claridad que la institución no puede depender de la Sedena, sino de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana, a cuyo frente se encuentra Rosa Isela Rodríguez. Y dicen algunos especialistas, doctos en teoría general del estado, que un acuerdo no puede alterar lo que estipula la Carta Magna de México.
Sin embargo, este inicio de semana observamos a López Obrador bastante convencido de que a través de esa medida conseguirá su objetivo. Las redes sociales, obviamente, se inundaron de comentarios con opiniones contrarias. Todos coincidieron en que nuestro país ya está inmerso en la militarización de cualquier número de actividades públicas, muchas de ellas ajenas a la seguridad nacional.
¿Cuál es el fondo de esta militarización? ¿Por qué AMLO está tan apegado a ello, pasando atropellando a los civiles? ¿Realmente los cuadros castrenses están despojados de la corrupción, a la manera de cómo la practicaron gobiernos anteriores? Esa es la principal motivación de López Obrador: la suposición de que los militares no son corruptos como los civiles.
Sin embargo, la tendencia de colocar al Ejército por encima de los mandos civiles no es nada nuevo en otros países, hoy inmersos en el autoritarismo, rayando en el totalitarismo. Ni duda cabe que el estilo personal de gobernar de AMLO, parafraseando a don Daniel Cosío Villegas, es autoritario, apoyado en las fuerzas armadas. No ha subido más escalones debido al control constitucional en la Cámara de Diputados.
He escrito varias columnas estableciendo la diferencia entre el totalitarismo y el autoritarismo, aunque cabe subrayar que México tiene a un presidente con rasgos de ambos sistemas de gobierno. Aunque el autoritarismo y el totalitarismo parezcan conceptos similares, existen diferencias.
CARACTERÍSTICAS DE LOS REGÍMENES AUTORITARIOS
El autoritarismo es un régimen en el que una sola persona establece las medidas a tomar y decide por sobre la mayoría (en lugar de basarse en una ideología a través de un partido político).
Las principales características en los regímenes autoritarios son:
Los intereses de una minoría. El régimen autoritario carece de una ideología oficial fuerte y persigue los intereses de un líder o de sectores económicos minoritarios que tienen el poder y ejercen el control político y económico.
El control de los medios de comunicación. Se refiere a que, tanto la prensa como cualquier medio de expresión son controlados por el gobierno a fin de enaltecer la figura de su líder, resaltar sus logros y omitir cualquier crítica negativa. El objetivo es convencer a la población, a través de la reiteración de la propaganda política.
Fuerte presencia militar. Se refiere a la intensa actividad militar que hay en las calles, en instituciones educativas y en hospitales, con el fin de ejercer control mediante el uso de la fuerza y para infundir el miedo entre los ciudadanos. En ciertas ocasiones, el ejército interviene en el proceso y decisiones políticas. Lo anterior, por lo tanto, no debe causar extrañeza en México, con una evidente participación de la milicia en la política y en la administración pública. Es el respaldo de la 4T, ni más, ni menos, tal como las conferencias de prensa mañaneras son la columna vertebral del actual régimen. La historia enmarca a ciertos gobernantes autoritarios y totalitarios que se crearon ejércitos especiales para sostenerse.
Y sume usted la manipulación arbitraria de la constitución. Se refiere a las modificaciones y los cambios de la constitución (la ley fundamental de un Estado) con el objetivo de perpetuarse en el poder. No tiene en cuenta las prioridades del pueblo y ni los derechos humanos. Para los gobernantes autoritarios es vital destruir instituciones de otros regímenes y crear los propios, tal como los tenía el PRI entre los años 50 y 80’s.
La prensa nacional ha publicado infinidad de casos en que López Obrador demuestra su anhelo de extender su estilo autoritario, soportado sobre todo por el Ejército. Sin embargo, siguen sin observarse los suficientes contrapesos que pudieran frenar la tendencia. A ver qué pasa con el “acuerdo”.