En forma concreta, tal como lo apuntan los diccionarios, “mezquino” es un adjetivo que se usa para señalar a las personas tacañas, carentes de generosidad, de espíritu pobre, desdichadas, infelices.
Así veo a quienes se han dedicado a denostar a Xóchitl Gálvez Ruiz. En su mayoría, hombres, me resultan miserables avaros de pensamiento. Temerosos de que su disimulado machismo se vea flagelado porque ha logrado todo lo que ellos nunca fueron capaces de hacer por sí mismos.
Tan mezquinos que ni siquiera intentan tener ideas y valoraciones propias. Hasta en la diatriba requieren de reproducir o parafrasear al presidente de la República. Son como malas copias, sacadas de una máquina que podríamos llamar la impresora del bienestar, para ir acordes en la manera de referirse a las políticas del actual régimen. O sea, una impresora ideológica, que busca repetir y repetir, calar hondo en las conciencias del pueblo, pero solamente por propaganda, por estrategia política.
Pero todavía me dan más pena, digamos pena ajena, los que oficiosamente retoman las palabras, cual dardos cargados de veneno, de un autócrata empoderado, queriendo manipular la opinión pública, sin darse cuenta de que ellos están siendo los primeros manipulados.
Para no ir más lejos, hace unos minutos, Andrés Manuel López Obrador volvió a referirse a la senadora panista, quien muy probablemente será la candidata de la oposición a la Presidencia de la República, contra la que ya llevan a cabo pesquisas encaminadas a procesarla penalmente, con el objeto de descarrilar lo que el mismo presidente, quizá sin darse cuenta, impulsó.
Preguntaron a Andrés Manuel por qué está haciendo prácticamente lo mismo que hicieron contra él en el 2006. Como siempre, se salió por la tangente. Acusó que el 99 por ciento de los medios de comunicación están en su contra, que es el presidente más atacado en la historia del país, que lo quieren callar, que él tiene pruebas (que misteriosamente le hicieron llegar, claro desde la Secretaría de Hacienda, pero eso no lo reconoce) y que está luchando por una auténtica democracia.
Una mezquindad ramplona, burlándose de personas e instituciones. Hablando de democracia mientras se muestra cerrado, renuente a aceptar que existan opciones con lo necesario para hacer un mejor gobierno que el suyo. Sin negar sus aciertos y reconociendo que en otros tiempos inspiró y lideró el más importante movimiento político de inicios de siglo, hoy califica a los tribunales y órganos constitucionales autónomos e independientes, enfrenta, agrede. Tira la piedra y, luego, luego, esconde la mano. Dice, “ofrezco disculpas por anticipado”.
Y por ahí se van todos esos mezquinos corifeos, haciendo gala de una estulticia magnificada, como lo harán para continuar las denostaciones contra Xóchitl Gálvez, reflejando, tal vez, hasta un miedo que cala en sus raquíticos huesos políticos.
Su mezquindad, su miedo y su misoginia no los dejan ver que, con cada golpe, si bien causan más molestia y coraje en la gente que sí piensa por sí misma, están haciendo crecer más las expectativas para el año electoral.
Y para iniciados
Fíjense muy bien quiénes son los que salen a defender a los fuereños que vieron en Morelos una tierra de conquista a su alcance. Pregúntese cuáles son sus intereses y ambiciones. Haga una sincera reflexión sobre si de verdad en algo quieren a Morelos y a su gente, o si no son más de lo mismo que tanto daño ha hecho al pueblo. ¿Acaso usted está de acuerdo con que sigan en el poder?
La información es PODER!!!