México está atravesando una etapa de transición histórica, pero también de incertidumbre. El México que hemos conocido durante las últimas tres décadas está cambiando, y este cambio se está manifestando de diversas formas.
En primer lugar, el resultado de las elecciones de 2024 ha marcado el comienzo de un nuevo régimen político. Después de dos décadas de democracia constitucional, aunque imperfecta, parece que estamos regresando a un modelo de partido hegemónico, un régimen que aún no ha encontrado su forma definitiva. Pero, además de esta transformación política, se suma la amenaza de un cambio económico impulsado desde el norte, específicamente desde los Estados Unidos.
Trump, con sus aranceles y sus políticas proteccionistas para su país naturalmente, está poniendo en peligro el modelo económico de libre comercio que ha sido el motor de crecimiento de México por años. ¿Qué nos depara el futuro en ese sentido? ¿Cómo afectará la imposición de nuevos aranceles a las empresas mexicanas? ¿Estamos preparados para vivir sin el respaldo de un libre comercio que, hasta ahora, ha sido vital para nuestra prosperidad? Estas son preguntas que aún no tienen respuesta y que nos llenan de incertidumbre. El futuro económico de México parece estar frente a una encrucijada.
Por otro lado, hemos sido testigos de un liderazgo que, si bien cuestionado por algunos, ha mostrado señales de responsabilidad. La presidenta Sheinbaum, por ejemplo, ha demostrado una capacidad notable para lidiar con Trump, un hombre con un estilo de liderazgo disruptivo y peligroso.
Uno de esos momentos es la elección de jueces, un proceso que está siendo manejado de manera cuestionable y que podría tener consecuencias graves para el futuro de la justicia en México.
El caos que rodea a la elección judicial es alarmante. La falta de claridad en el proceso, la incertidumbre sobre los resultados y el riesgo de que el crimen organizado infiltre los tribunales nos deja con más preguntas que respuestas. ¿Cómo podemos esperar que se garantice justicia en un sistema tan frágil? ¿Por qué, en un momento tan crucial, no se toman decisiones con la seriedad y responsabilidad que el país necesita? Aquí surge una reflexión crucial: México no está ante una reforma judicial, está viviendo una demolición de su sistema judicial sin tener claro qué lo reemplazará. Y este tipo de daños autoinfligidos no auguran nada bueno para el futuro.
Ahora bien, en medio de esta complejidad, hay una oportunidad que no podemos dejar pasar: las reformas judiciales a nivel local. La justicia local en México ha estado históricamente capturada por intereses políticos y económicos. Esta debilidad del sistema ha sido subsidiada por el Poder Judicial federal, pero este modelo es insostenible.
Los tribunales locales son la puerta de entrada para los litigios entre particulares, y la gran mayoría de la población no tiene acceso a la justicia debido a lo costoso y lento del proceso. Es aquí donde los gobernadores locales tienen una oportunidad única para cambiar las reglas del juego. Si se apuesta por un sistema de justicia local más accesible, más rápido y más eficiente, se podría empezar a transformar la justicia en México desde sus raíces.
El futuro de la justicia en México no solo depende de reformas federales, sino de un liderazgo local que se atreva a construir algo nuevo, más justo y más equitativo para todos. Es fundamental que los gobernadores comprendan que este es un reto crucial, una oportunidad histórica que no debe ser desaprovechada, y sobre todo desde la Comisión Nacional de Tribunales Superiores de Justicia del país, la CONATRIB, podría hacerse el cambio, pero esa es solo una posibilidad…
En conclusión, vivimos tiempos de cambio profundo en México. El escenario es incierto, y muchas preguntas sobre el futuro del país siguen sin respuesta. ¿Será México capaz de adaptarse a estos cambios políticos y económicos? ¿Lograremos construir un sistema judicial local que sea accesible para todos y que asegure la justicia para quienes más lo necesitan? En un momento tan crítico, debemos apostar por un futuro de justicia, estabilidad y responsabilidad.
Solo así podremos construir el México del mañana.