MENOS AGUA

Por Irradia Noticias

El 14 de abril de 2005 entrevisté al entonces director general del Sistema de Agua Potable y Alcantarillado de Cuernavaca (SAPAC), Jesús Valle Romero (QEPD), quien allá y entonces emitió la voz de alerta: 

“Se recrudecerá la escasez del vital líquido durante la actual temporada de estiaje y lo mismo sucederá en el próximo lustro debido a la falta de conciencia ciudadana sobre el adecuado uso del recurso”.

Valle Romero señaló que el abasto del vital elemento era considerado ya como un tema de seguridad nacional (de lo cual he escrito en numerosas columnas) ante el progresivo abatimiento de las fuentes de suministro que, en el caso concreto de la capital morelense, consiste en un gran manto acuífero incapaz de retener las precipitaciones pluviales debido a la gravísima deforestación en nuestras zonas boscosas. 

Además, “la gente, sobre todo en zonas residenciales, no tiene conciencia de la gravedad. Todavía tira el agua de sus albercas al drenaje, por carecer de sistemas de filtración, amén de que utilizan enormes volúmenes de agua para mantener sus jardines”. Empero, he de decirles a ustedes, amables lectores y amigos del auditorio, que la problemática se agravó y está latente en nuestros aciagos días.

Este ha sido el escenario enfrentado por cualquier cantidad de directores que ha tenido el SAPAC. La actual crisis del agua, agudizada por la inhumana acción de la Comisión Federal de Electricidad y el corte de la energía en todos los pozos operados por dicho Sistema, no es nada nuevo. A ello debemos sumar la creciente insolvencia del SAPAC para pagarle adeudos históricos a la CFE y brindar un servicio eficiente a los cuernavacenses.

La problemática siempre ha sido grave, intensificada en las temporadas de estiaje. Es decir: siempre está asociada a las fluctuantes condiciones naturales. El obstáculo para un suficiente abasto de agua en Cuernavaca empeora en la época de secas, cuando el acuífero principal de la ciudad, conocido como el Manto Cuernavaca, reduce significativamente su recarga y almacenaje. A pesar de que las lluvias son fuertes, el preciado líquido se pierde por las barrancas.

En Cuernavaca existen alrededor de 75 pozos, perforados a diferentes profundidades, las cuales oscilan entre los 100 y 400 metros. Hay cinco manantiales, aunque el más importante es “El Túnel” que, en tiempo de lluvias y una adecuada recarga, ha generado hasta 800 litros por segundo, pero en secas se reduce dramáticamente a 350 o menos, cimbrando las estructuras del Ayuntamiento en turno. En el estiaje, los trabajadores más antiguos del SAPAC adscritos a las instalaciones de “El Túnel” siempre amanecen con el “Jesús en la boca”, pues el afluente subterráneo ha llegado a presentar cantidades mínimas y niveles de alto riesgo. Por lo anterior, Jesús Valle Romero me dijo aquel 14 de abril de 2005, que el tema del agua en Cuernavaca debía ser catalogado como un asunto de seguridad nacional. A 17 años de distancia comprobamos que tenía razón y su pronóstico se está cumpliendo a plenitud.

Gonzalo Ávila Rivas, director de Operación del SAPAC en la administración del alcalde de Cuernavaca, José Luis Urióstegui Salgado, informó este miércoles que cerca del 50 y 60 por ciento de los pozos tienen un déficit, porque “la población ha crecido y la generación de agua no; la cantidad del líquido es la misma que hace 20 años”. “Necesitamos ahorrar el agua en las casas y negocios para que el agua no se desperdicie y se aproveche de la mejor manera”, añadió. Difícilmente en la capital morelense podría enfrentarse una situación similar a la de ciertas ciudades del norte del país. El citado funcionario, asimismo, agregó que persisten alrededor de 300 fugas del vital líquido, lo cual agrava el escenario.

Pero hay otro problema, inherente a la recarga del Manto Cuernavaca. Cuando lo anterior no es atribuible a la deforestación, es necesario voltear hacia el volumen del agua de deshielo proveniente de los volcanes Iztaccíhuatl y Popocatépetl, mismo que disminuyó en más del 45 por ciento entre 2010 y 2020. Estamos hablando de la principal fuente que abastece a los municipios ubicados en la región poniente del Estado de México y la zona oriente de Morelos, pero también a los mantos freáticos más importantes de otras zonas morelenses, lo cual explicaría la escasez de agua, aún en temporadas de precipitaciones pluviales. En dicho lapso, según datos de la Comisión del Agua del Estado de México, se registró una reducción de más de 832 millones 275 mil litros que captaban los cinco sistemas hidráulicos que operan en la zona y que son Cuijingo-Juchitepec, Sor Juana Inés de la Cruz; Ozumba-Tepetlixpa, Morelos y El Salto, donde en el año 2010 se captaron mil 812 millones 653 mil litros de agua de deshielo del Popocatépetl e Iztaccíhuatl. Empero, la cantidad varió a 980 millones 378 mil litros en 2020.

El sistema Morelos, que opera agua del Iztaccíhuatl y abastece a localidades morelenses, redujo su producción en 52 por ciento en el mismo periodo. En el 2010 administró 544 millones 861 mil litros y en el 2015, 261 millones 660 mil litros. Se supone que el “Manto Cuernavaca”, del cual se recargan manantiales tan importantes como el de “El Túnel” y el “Chapultepec”, a su vez es sostenido por el citado deshielo. 

La disminución en el volumen del agua suministrada por los volcanes se debe a diferentes motivos, pero destacan una menor superficie forestal, la lluvia ácida, la contaminación, la inestabilidad volcánica, la disminución de los glaciares y el calentamiento global de la tierra. Todos estos fenómenos han incidido en que haya menos disponibilidad de agua en las comunidades. Sin embargo, el agua se sigue despilfarrando en nuestra entidad.

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