Con frecuencia los mexicanos en momentos que enfrentamos un conflicto acostumbramos decir: “más vale un buen acuerdo que un mal juicio” y significa cuando suelen decir los abogados o las partes de un conflicto, que en el caso de disputas conviene mejor llegar a un acuerdo, aunque en ocasiones, no satisfaga las expectativas de las partes, cuyo resultado es incierto, además de ser largo y costoso. Pero ¿Esta expresión popular realmente, es benéfica para las partes intervinientes en una disputa?
De acuerdo a la experiencia social, el mencionado dicho es de uso frecuente, y la observamos aplicada a problemas por causas de hechos de tránsito, conflictos familiares, conflictos mercantiles, en fin, siempre que puedan concluirse estas disputas cuando el problema tenga solución tangible y se discutan intereses; esto en razón de que la justicia sostiene la dicotomía, porque resuelve los litigios en una fórmula de ganar-perder; es decir, resultando una parte ganadora y la otra perdedora, por lo regular a nadie le gusta perder.
Sin embargo, este dicho no termina o se aplica en la parte extraoficial o en la vía pública, porque también existe en la parte formal, cuando se inicia una acción legal como una denuncia penal, o en un conflicto laboral como son los modernos Centros de Mediación, existiendo tres figuras importantes según sea el caso como: mediador, conciliador o árbitro. El primero únicamente puede ayudar a facilitar la comunicación entre las partes para que lleguen a un acuerdo y pongan fin al conflicto que se deriva; el segundo puede además proponer posibles soluciones al conflicto y el tercero es heterocompositivo, ya que las partes se deben someter a la decisión del árbitro.
Tiene poco tiempo que los justiciables y las autoridades judiciales aplican estos medios alternativos de justicia, ya que a partir del año 2016 se cumple con lo establecido en el artículo 17 Constitucional, así mismo representa un ahorro económico a las instituciones y; sobre todo, evita un desgaste social, es por ello que no cabe duda que el dicho está bien “Dicho”, ya que vale más un buen arreglo que un mal juicio, porque resulta siempre favoreciendo a los intervinientes de los conflictos y a la sociedad.
