Queridos amigos:
Quiero comenzar el mes de diciembre -y desear que ustedes lo comiencen también- con una sonrisa, con alegría y, como dicen, con buenas vibras. Pero sin dejar de reflexionar, manteniendo un espíritu crítico y propositivo, y haciendo frente a los retos que de cualquier manera son cotidianos e ineludibles. Por hoy me alejaré un poco de la formalidad y la profundidad en esta colaboración. Si usted llega a sonreír, reflexionando, habré logrado mi cometido.
Vamos a ver. ¿Conoce usted a los políticos? No me refiero a los políticos de altura, de nivel, a los profesionales de la política, los preparados, los serios, los que sí pueden ser considerados personas decentes, sino a los que padecemos del diario, incrustados en los puestos públicos o en los partidos políticos. Aquellos a los que mi amigo Guillermo Cinta denomina “presupuestívoros”, o sea, que no pueden vivir si no es de las arcas públicas, de nuestros impuestos, pues.
Los que, bajo el discurso de estar al servicio del pueblo, todo lo contrario, están ahí para servirse y, si se puede, con la cuchara más grande que encuentren. Esos que hablan de humildad, ensalzan los valores morales, en los actos públicos se conducen como si fueran impolutos e incuestionables, pero que en realidad son altaneros y prepotentes con los que consideran sus inferiores, así como arrastrados, miedosos y barberos con sus superiores. Prepotentes y soberbios, pero sólo con quienes creen que pueden. Por ejemplo, son capaces de maltratar a un mesero, mientras cargan la maleta de su jefecito, temerosos de haber olvidado algún pendiente.
Los que hacen política, como decía un gran amigo, no de la que crea y regenera, sino de la que denigra y envilece. Los que engañan, mienten, esconden. Unos enanos intelectuales con ínfulas de gigantes espirituales. Pero no todos esos son iguales. Hay unos peores que otros. Lo peor del caso es que suelen esconder sus verdaderos rostros tan, tan bien, que no nos damos cuenta de quiénes son hasta que llegan a los cargos públicos o elegidos para representarnos.
Piden el apoyo, el voto, la confianza, y luego, pum, simplemente todo les vale una sombrilla y no contestan ni llamadas, ni mensajes. Pero, cuando de nuevo necesitan algo, entonces sí, cínicamente vuelven a solicitarlo. Y todo se les resbala o hacen como que no pasa nada. Y siguen de largo sin voltear a ver a nadie.
Sin embargo, decíamos que no todos son iguales. Los políticos más cochinos, porque sí, los hay unos que además de marranos son muy trompudos, rebasan por la derecha a otros. Hacen campañas negras, tiran la piedra y esconden la mano, envían a sus testaferros para hacer el trabajo sucio.
Ya sé que cuando escribo sobre temas así, muy amablemente me hacen llegar nombres, datos, historias y testimonios. Con gusto los leeré y comentaré en su oportunidad.
Y para iniciados
Un grupo de insaciables presidentes municipales se están prestando a hacerle el trabajo al gobierno del estado. Ahí andaban en el Congreso con la bandera de la equidad, cuestionando a los legisladores, en un intento desesperado por descalificar el presupuesto aprobado para el año 2023. Nos comentan que la promesa que les hicieron fue otorgarles más recursos si logran echar abajo el acuerdo legislativo. Pero mucho cuidado, señoras y señores alcaldes, este gobierno se ha especializado en no cumplir. Si siguen el canto de las sirenas, al final del camino se llevarán una terrorífica sorpresa.
La información es PODER!!!