• La tierra de amaranto hace honor a su nombre, ofrece gran variedad de productos derivados de ese nutritivo grano
En la comunidad de Huazulco, municipio de Temoac, la elaboración de dulces tradiciones es un oficio que se hereda de generación en generación; con las recetas originales y otras que han innovado, las familias continúan endulzando el paladar de quienes prueban sus productos.
Durante más de 40 años, Valente Gilberto Caporal Manzanares se ha dedicado a la producción de palanqueta y alegría, como sus padres le enseñaron, con cacahuate el primero y amaranto el segundo, pero ambos mezclados con miel de abeja y jarabe de piloncillo, para darles un sabor especial.
Fue su papá quien le enseñó el oficio de “amarantero”, Valente tenía ocho años de edad y desde entonces, con más de 40 años de años de trabajo y una visión emprendedora, él y sus hermanos están al frente de “Amaranpals”, la fábrica familiar a la que se han integrado su esposa, cuñada, hijas e hijos.
Ahora se han sumado nuevas degustaciones derivadas del amaranto, como las obleas en distintas presentaciones, churros, galletas, polvo para agua, cereal y otros más.
“La novedad de todos ellos es el churro, y estamos empezado a empanizar cacahuate con harina de amaranto, que le da otro sabor y es más sano”, aseguró Caporal Manzanares.
Para la venta al público, estas piezas se pueden encontrar tanto en la comunidad de Huazulco, como en Cuernavaca y Tejalpa, en Jiutepec.
Además, existen puntos de distribución en estados vecinos como Puebla y Tlaxcala, donde por sus propiedades y su elevado valor nutricional, estos granos se han colocado en el gusto de las personas.
El sabor y coloridas presentaciones adornan las ferias y fiestas patronales que se realizan en casi todos los municipios de la entidad.
La familia Caporal Manzanares genera alrededor de 30 empleos directos y 40 indirectos, generalmente a hombres y mujeres de la comunidad o municipios cercanos como Jantetelco y Axochiapan, con quienes colinda, en la zona oriente de Morelos.