Andrés Manuel López Obrador envió la advertencia justo antes de iniciar el proceso interno de Morena para designar a sus candidatas y candidatos a los gobiernos estatales, disfrazado de elección de coordinadores para la defensa de la transformación para dar la vuelta a las leyes electorales, aseverando que si alguien tiene miedo al fuego es mejor que no se acerque a la cocina.
Habíamos anticipado la posibilidad de impugnaciones y descalificaciones al proceso por parte de los aspirantes que sintieran vulnerados sus derechos o fueran avasallados por las violaciones a la convocatoria. Ahora sabemos que existen quejas interpuestas en curso, tras las declaraciones de Lucía Virginia Meza Guzmán, quien reveló al menos dos instauradas en su contra.
No mucho se puede saber con facilidad respecto a las impugnaciones a estos procesos, pues la Comisión Nacional de Honestidad y Justicia, presidida por Eloísa Vivanco Esquide, y acompañada de cuatro comisionados más, no ofrece información pública en la página oficial de su partido. Ya sabe usted que Morena no es precisamente un ejemplo de transparencia.
La senadora, aspirante a la candidatura de Morena y sus aliados, denunció públicamente la existencia de una mafia al interior de su partido que, a través de guerra sucia y campañas negras, está intentando impedir la aparición de su nombre en la lista de participantes en la encuesta final, programada para llevarse a cabo en el mes de noviembre.
La existencia de guerras sucias entre morenistas no es ninguna novedad. Las hemos visto a lo largo de varios meses en este año. Inclusive, anticipamos que serían cada vez más intensas y crudas. Lo más relevante de las declaraciones de Lucy Meza es que se atrevió, tuvo la valentía de denunciar lo que otros, diría Andrés Manuel, simplemente han callado como momias: una mafia al interior de Morena, que pretende someter a su control no sólo los destinos partidarios, sino también los de sus partidos aliados y del pueblo de Morelos.
Lucía Meza ha actuado políticamente en un sentido correcto. Se ha deslindado del fiscal, Uriel Carmona Gándara, y ha exigido que presente su renuncia. También así, se desmarcó de Graco Ramírez. Sobre la campaña dispendiosa y el uso de recursos públicos para promoverse, tendría que hacerse una investigación para comprobarlo o no, aunque resulta difícil creer a ella o cualesquiera otro, que no tienen nada que ver con la propaganda que hemos visto en los últimos seis meses.
Ahora bien, las acusaciones de Meza Guzmán, aunque claramente son auténticas, verdaderas y fundamentadas, podrían acarrearle otra queja más en su contra, todo dependerá de si se la logran cuadrar o no. Según la convocatoria, en el tercer párrafo de la BASE CUARTA, “Queda estrictamente prohibido que quienes son aspirantes realicen acusaciones públicas contra el partido, sus órganos de Dirección u otros aspirantes o protagonistas…” Afirmar que existe una mafia al interior de Morena no es una acusación menor. El castigo para la violación de esta disposición es fulminante: la cancelación de su registro de aspirante. Así, tal cual.
Sin embargo, estamos hablando de política. Y la lógica política en nada se parece a la lógica formal. La manifestación pública de las inconformidades de la senadora será un arma de doble filo. O bien la ayuda para no ser descartada o es utilizada para cerrar finalmente el paso a sus aspiraciones… dentro de Morena.
Y para iniciados:
Nos comentan que los resultados de las encuestas de reconocimiento llegarán al escritorio de Palacio Nacional, junto con las reseñas curriculares y los expedientes que contienen las travesuras de cada uno de los que en verdad están en posibilidades de figurar en la encuesta final. En ese sentido, dependiendo del tipo y gravedad de travesuras, algunos podrían no solamente no aparecer en esa encuesta, sino perder hasta la posibilidad de participar en otras candidaturas. El plan C de López Obrador es muy ambicioso. Y el mandatario no quiere ponerlo en riesgo y menos por ambiciones personales o de grupos.
La información es PODER!!!