1.- Luchadores de plástico
2.- El viento
3.- Al tianguis
4.- Autosuficiencia: alimento
1.- En estas horas tan difíciles que se viven y las que están por venir, sin duda que es de distinguir los que son luchadores sociales y los que son de plástico, los que viven de apariencias, que actúan sólo por conveniencia. En el clóset tienen cosas tan difíciles de explicar, algunas aterradoras.
Son tantas, entre tantas, algunas se filtran. Negarlas no basta. Por desgracia, tan sesgada y tan lenta es la justicia, que no se llega a esos lugares. Además, algunos que persiguen los delitos o que imparten la justicia, están en el ajo; en ocasiones, hasta en igual cajón. No se van a acusar a sí mismos. Si tuvieran ese nivel de conciencia, no estarían en esas nauseabundas cloacas.
Es imposible que se oculte la podredumbre por tanto tiempo; cuando eso es, aunque no se vea, el olor se esparce y debía ser suficiente para que se sepa que el fruto malsano está presente. Así se limpie hasta el último rincón, algo queda de lo maloliente. Las manos de Lady Mcbeth son significativas; no hay detergente efectivo contra el delito de envenenar juventudes, asesinar amaneceres, lacerar la tierra y carcajearse de la justicia.
Podrá tardar en ser descubierto, contar con cientos de cómplices, tener poder y recursos, pero más temprano que tarde la decadencia se viene. Un día, no lejano, se encuentra la hendidura y lo escondido surge. Nunca será el perverso eterno. La mentira tiene patas cortas y se les alcanza al punto.
Hace muchos años vendían luchadores de plástico a 20 centavos y después a 25, ahí, en la acera, y con ellos se jugaba, tú solo o con tus cuates, y las horas eran tan divertidas.
Hoy los luchadores de plástico están en los periódicos y en redes sociales; se dejan ver como señores, deciden y tienen sus seguidores, pero al alejarse, una larga cola se les ve por más que la oculten ellos y la quieran diluir sus corifeos. Su final se percibe. El día llega y aquel castillo que se creía sólido, era de naipes y se viene abajo enterito.
¿La sociedad debe esperar tanto para que caigan esos luchadores de plástico?. Será el tiempo que le ocupe en aceptar lo que es evidente: derroche de dinero, de elogios, dominio y manipuleo hacia los demás, por lo que, en gran parte, la entronización de esta clase de personajes, se debe a los que lo encumbran y aceptan en la cúspide.
Los reyes, perversos o no, no son reyes si no tienen súbditos.
Esos luchadores de plástico se dejan ver por su soberbia, impertinencia e intolerancia; por los personajes de los que se rodea, pues quien está al borde de lo legal sólo vive al lado de sus iguales; quien no está sucio de un lado, es del otro, pero sucios estarán; no pueden escapar a ello; es la ruta que aprendieron, es la que conocen. Son sus afinidades.
Sólo los sucios pueden soportar el tufo de la suciedad; lo saben. Algunos lo aceptan por interés, pero no los toleran, por lo que, en el instante en que caen en desgracia; incluso en la hora en que están a punto de sucumbir, es uno de los suyos quien lo entrega, y lo hace con un gran placer porque -olvidaba decirlo-, los perversos son abusivos hasta con los suyos; son majaderos, impertinentes. Generan rencor que se guarda para la hora en que caen en desgracia y no se les tenga que soportar más. Van a la cárcel, al cadalso o, lo peor, al repudio social.
A estos luchadores de plástico es el destino que les espera; no se tiene de otra porque nadie escapa a su final, el que se fabrica en el día a día; cosechará lo que plantó. No hay fórmulas mágicas, es el repudio que se forja a fuerza de odios, prepotencia; falta de sensibilidad y empatía para con otros.
El destino de los luchadores de plástico será tan cruel como lo fraguaron cotidianamente
2.- El viento fuerte arranca los árboles; que sea tan severo que arrebate la careta al que presume que manipula a sus pares para cumplir con sus planes de intereses personales.
3.- Cuauhtémoc Blanco presente en el tianguis turístico de Acapulco, esperándose que tenga éxito. Seguro que algunos quisieran que fallara, aunque con ello fracase Morelos.
4.- Trabajar en la autosuficiencia alimentaria es una obligación; en las escuelas se debe iniciar con la práctica de sembrar para el autoconsumo familiar; al menos en parte de él.