LOS QUE JUEGAN AL TODO O NADA

Por Irradia Noticias

Quienes desarrollan alguna actividad partidista, legislativa o gubernamental deben estar conscientes de que la comunicación política siempre tiene relación con la formación de la agenda sistémica o pública desde la premisa de los conflictos de grupo. 

Es importante preguntarse cómo los conflictos, a partir de la influencia de los grupos de presión, logran expandir su alcance, intensidad y visibilidad hasta convertirse en asuntos públicos que demanden la intervención de sectores gubernativos. 

Para que un asunto específico tenga acceso a la agenda debe cumplir tres requisitos: 

1.- Que sea objeto de atención amplia o al menos de amplio conocimiento del público. 

2.- Que una buena parte del público considere que se requiere algún tipo de acción. 

3.- Y que a los ojos de los miembros de la comunidad la acción sea competencia de alguna entidad gubernamental.

La conflictividad actual o potencial de un asunto en la comunidad política es el factor que favorece su expansión y difusión. 

Asuntos inofensivos, que no desatan enfrentamientos, quedarán circunscritos en su localidad y pasarán sin ser incluidos en la agenda. 

Sólo demandas, asuntos, reivindicaciones, problemas, actual o potencialmente conflictivos, son los candidatos. 

En este sentido, si buscamos comprender algunos de los asuntos más relevantes de Morelos ocurridos durante el presente año, es importante describir cuatro tipos de públicos. 

Primero están los grupos de identificación, es decir aquellos directamente afectados por el problema e involucrados en la cuestión. 

En segundo sitio ubicamos a los grupos de atención, aquellos que por muchas razones se interesan específicamente en el problema. 

Posteriormente pasamos al público atento, aquel sector de la población interesado en estar informado de los sucesos políticos y que suele estar atento a los asuntos de su comunidad. 

Y en cuarto lugar está el público en general, que es la población menos interesada e informada, pero que presta atención al problema cuando es notorio y se formula emocionalmente.

Si bajo las cuatro perspectivas analizamos el forcejeo entre determinados actores políticos locales, incluido el Ejecutivo, concluiremos en que pasa todo, pero no pasa nada. Ha pasado todo, pero no ha pasado nada. 

El aforismo suena simplista, pero así es gentiles lectores. Más allá del interés o la atención exhibidos por bien identificados grupos de presión (incluidos los que pretenden manipular a ciertos actores en el Congreso local), el conflicto siempre ha sido controlado sin desencadenar la ingobernabilidad en Morelos, pésele a quien le pese. 

Ese es y seguirá siendo el objetivo de los detractores de Cuauhtémoc Blanco, quien el pasado primero de octubre comenzó su cuarto año de gobierno. A pesar de todo y de todos, sigue desenvolviéndose como acostumbra, marcando los tiempos y movimientos de la agenda pública.

Conclusión: no le auguro mayor éxito a quienes sistemáticamente se oponen a todo y juegan al todo o nada, cuyo mayor forcejeo se ha dado y se da a través de los medios de comunicación. Acabo de escuchar la siguiente declaración, hecha por algún belicoso dentro de la estructura orgánica del Poder Legislativo: “¡No me van a callar ni me voy a rajar!”, palabras dirigidas al Poder Ejecutivo. Puro show.

¡Huy, qué miedo! ¿Cuántas veces no hemos conocido en infinidad de legislaturas a tigres de papel? Más tardan en emitir envalentonados epítetos, que en caer estrepitosamente en el ridículo. Tales integrantes de la LV Legislatura harían bien administrándose, evitando las bravuconadas. Sus propios compañeros se encargarán de ubicarlos en la exacta dimensión de belicosos, cuya principal característica es la mecha corta. 

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