LOS MÉDICOS CONTRA EL PACIENTE

Por Irradia Noticias

1.- Los médicos contra el paciente

2.- Maru: FC

3.- La Pulga

4.- Mirna Zavala va

1.- Un día llegó un paciente ante un grupo de médicos para que lo curaran de cierto mal.
Los médicos empezaron a dar vueltas alrededor del paciente haciendo preguntas en tono cada vez más grave, dejando constancia de que pretendían estar preocupados por lo que le sucedía al hombre que los veía y contestaba lo que podía, y no porque no supiera, sino porque los cuestionamientos era uno y ligaba el otro y luego el siguiente; sin más le parecía que estaba frente al paredón de fusilamiento o frente a verdugos. Esperaba que fuera ante sabios que le podrían devolver la salud, pero fue perdiendo las esperanzas de salir sano de ahí.
Al día siguiente volvió a presentarse, y con toda la fuerza expuso lo que le sucedía; se sentía bien porque no eran los médicos de ayer, sino que eran otros, y eso le emocionó, pero sólo al principio, pronto volvió a sentir igual angustia que en el primer día, y no sólo eso, advirtió, además del lenguaje lapidario, la indiferencia hacia él; tan así, que con el pretexto de consultarse entre sí, ni siquiera se dieron cuenta cuado el paciente fue saliendo, y no lo hizo en silencio, procuró llamar la atención… y no pudo.
Al paso del tiempo regreso, más enfermo, con menos esperanza. Tras sentarse en el centro, comprobó que eran menos los que estaban frente a él; le alegró, “es la vida la que deja la esperanza de que me salve; veo menos, son menos, será más fácil que se pongan de acuerdo”, así que una sonrisa le iluminó el rostro. Se apoltronó y calló, esperaba que los médicos le indicaran el tratamiento que se debía seguir, puesto que al paso del tiempo su expediente era del dominio público, y ellos, expertos, amantes de la medicina, alardeantes de saber de todo.
Tan grandes se sentían que nadie podía decir nada porque el aire de sabio les venía, mezclado, desde luego, con soberbia, igual había ignorancia, tanta que había que ocultarle bajo un ropaje; como su cultura era escasa, sólo encontraron uno, la soberbia, y se alejaron del paciente. Ahora fueron ellos los que se replegaron, dieron la espalda, y el cada vez más enfermo personaje, pobre, violentado, herido en el cuerpo y al igual en el espíritu, aguardó, pesando que los médicos volverían por él, pero no fue así, por lo que tuvo que salir; pero había una alegría, al ser menos, pensó que el pago sería menor, pero no, fue más, y es que le explicaron que los anteriores habían dejado deudas que fueron creciendo y había que pagarlas, por lo que, pese a su reducción en el número, la cuenta era superior, y no podría salir si no pagaba, así que aquel que llegó con la esperanza de aliviar, regresaba con sus enfermedades, otras y con menos dinero; la cuenta había que saldarla; él no había desfalcado, no se había llevado nada, pero era el que tenía que saldar, de lo contrario se le acusaría de revoltoso, de enemigo popular.
Hoy ha regresado otra vez, las enfermedades interiores crecientes, y en el exterior con las laceraciones recibidas fuera, y ahí los médicos. Pese a que había varios que ya le conocían, volvieron a preguntar, a anotar, y dar vueltas a su alrededor, la mayoría con la idea de encontrar la forma de sacarle más provecho, de chatajear, de presionar, de pasar por benévolos, decentes, amigables, empáticos, pero, de pronto, en un instante se olvidaron todas las formas, vino el caos; el enfermo los veía, suplicaba por ayuda, pero ellos en su lucha y sus intereses; los dignos, los menos, y los perversos, los más, descarados; por el otro lado, con esfuerzo se acercaron al paciente, hicieron algo por él; bien poco. Más adelante, el remolino vino y los alevantó, y unos de un lado y otros del otro, confundiéndose; ayer por la defensa del enfermo, hoy dejándose llevar por una voz que gritaba “¡caos!, ¡caos!, que se vaya todo al carajo”, y oscuros personajes del cuerpo médico citado y otros de otros lados, a su lado, con el rostro inyectado de odio, azuzado a los suyos a acabar con el paciente, si fuera necesario, aunque con ello se acabara la razón de ser del grupo, pero no se cedería, y así el sector mayor ahogando al enfermo; otros, los menos, queriendo salvarle, y dos que el enfermo tenía la esperanza de que le ayudaran, pero en eso se está.
El pulso es débil, el corazón late poco y la esperaza fenece. Morirá si las dos con conciencia de clase, no reaccionan a tiempo.
Parece el final del paciente, víctima del odio, del oportunismo, de la ambición vulgar, de la delincuencia, camuflada o no.
Suena el réquiem de Mozart; las marchas fúnebres de Chopin y de Beethoven.
El paciente agoniza entre la impotencia de unos, alejamiento de las dos con conciencia y risotadas de otros, cargadas de odio y venganza; algunas manos peores que las de Lady Macbeth, pero diciéndose impolutos.
2.- María Eugenia Ocampo Bedolla, subdirectora de la secundaria nueve, tras su triste papel como secretaria general de la Sección 19 y como diputada federal, feliz de recibir a Felipe Castro Valdovinos, quien entra y sale de las escuelas a ciencia y paciencia de las autoridades, y no va precisamente a respaldar la labor del magisterio; nunca lo ha hecho ni lo hará, entonces, ¿a qué va?.
3.- La Pulga como se le conoció siempre; ser humano ejemplar, recibió muy poca ayuda de muchos de los que ahora hablarán maravillas de él. Los que le respaldaron, excelente; los otros…
4.- Mirna Zavala rindió su informe ante casa llena. Igual pasó con Edi Margarita. El gobernador y buena parte del gabinete, presentes.

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