La palabra disruptivo se utiliza como adjetivo para indicar una ruptura brusca. El término disruptivo hace referencia a algo que ocasiona un cambio determinante. La palabra disruptiva es de origen francés “disruptif” y del inglés “disruptive”.
El más claro ejemplo de disrupción POLÍTICA lo tenemos en la reciente elección de Consejeros Estatales y nuevos dirigentes del Partido Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) en Morelos. En ambos casos, Ulises Bravo Molina, hermano del gobernador Cuauhtémoc Blanco Bravo, demostró ser un actor político disruptivo, quiérase o no aceptar. Y quienes menos deben lamentarse por ello son los otrora “propietarios” de Morena, beneficiados durante lustros, primero como militantes del Partido de la Revolución Democrática (PRD) y luego del partido fundado el 2 de octubre de 2011 bajo los auspicios de Andrés Manuel López Obrador, hoy presidente de la República.
Ni duda cabe que la disrupción de Ulises Bravo Molina exhibió a los “jefazos” de Morena en Morelos como simuladores y, desde luego, corruptos, pues para nadie es un secreto la forma en que se han valido de cargos públicos para consolidar sus patrimonios y el de sus hijos. La simulación es equiparable a la corrupción. Al estar situados sobre una zona de confort, no vieron llegar la disrupción y ahora se lamentan por ello. Nunca vieron cuando Bravo Molina se les metió como lo haría su hermano durante justas futbolísticas internacionales.
¿Qué es la disrupción y los comportamientos disruptivos, de lo cual ya hay algunos ejemplos importantes en la vida pública nacional, estatal y municipal?
En ocasiones, los seres humanos poseemos comportamientos disruptivos, y surgen como una forma de liberación de los impulsos agresivos con la finalidad de obtener un alivio en las tensiones y para calmar las ansiedades.
En el sector fabril la innovación disruptiva se caracteriza por generar un cambio drástico pudiendo ocasionar la desaparición de ciertos productos o servicios del mercado. Dicha expresión fue ideada por Clayton Christensen, catedrático de la escuela de negocios de Harvard.
Pero, como lo indiqué líneas antes, también la política es un ámbito donde surgen los disruptivos, lo cual es un auténtico desafío para los partidos. Es un fenómeno singular que depende del perfil y del entorno. El ejemplo extremo ocurrió en 2015 en la elección de gobernador en Nuevo León. Un aspirante con antecedentes muy convencionales, pero que en el escenario de la elección se presentara como el impúdico verdugo de los gobernantes corruptos, el cual sin partido o como candidato independiente, pudo romper con la inercia histórica bipartidista. El Bronco ganó con una significativa ventaja ante buenos candidatos del PRI y del PAN. Algo semejante sucedería seis años después con Samuel García, quien desplazó a las dignas opciones del PAN, PRI y de Morena.
El 17 de diciembre de 2021, en el diario Milenio, Federico Berrueto escribió respecto a los candidatos disruptivos. Indicó lo siguiente:
“A los partidos se les complica pensarse fuera de los términos tradicionales de la política (…) Lo relevante de un candidato disruptivo que llega a conectar con el electorado es que trasciende el umbral electoral de los partidos y puede lograr triunfos arrolladores. El éxito está en la sorpresa de un candidato que simbolice lo que los electores quisieran a partir del desprestigio de los partidos y de los políticos convencionales. Los nuevos términos de la comunicación y la irrupción de lo digital explican este acontecer”.
Quiérase o no aceptar, esto también sucedió con el ya mencionado Cuauhtémoc Blanco Bravo en 2018, cuando se levantó con la victoria gracias a la coalición Juntos Haremos Historia. Haiga sido como haiga sido, ahí está, en Palacio de Gobierno. Y su hermano Ulises sigue sus huellas con la luz verde emanada desde el Palacio Nacional. No será gobernador en 2024, pero sí intervendrá en decisiones importantes dentro de Morena. Y si no, al tiempo…
Por otro lado, los comunicadores somos partícipes del futurismo político, pero hasta ahora hemos incluido a bastantes hombres y pocas mujeres en el listado de quienes pudieran ser candidatos de sus partidos al cargo que hoy ocupa Cuauhtémoc Blanco Bravo. Ojo: las mujeres serán actoras disruptivas en la elección venidera.
Y dentro de tal contexto no debemos excluir a la diputada federal Jessica María Guadalupe Ortega de la Cruz, nacida el 20 de septiembre de 1978 en Jiutepec, Morelos. Desde muy joven ha ocupado infinidad de cargos públicos, la mayoría partidistas y legislativos, y por ello no la descartaría para ser candidata a la gubernatura por el Partido Movimiento Ciudadano que, desde mi punto de vista, irá solo o quizás en alguna alianza rumbo a la renovación de la gubernatura en 2024, pero no coaligado con Morena. Ortega de la Cruz tiene tablas para hacer un magnífico papel al frente del Poder Ejecutivo.
Posteriormente me referiré a otras mujeres disruptivas. Los comunicadores debemos voltear de manera realista hacia las damas. Y no perdamos de vista la palabra clave de hoy: DISRUPCIÓN.