“Los cínicos no sirven para este oficio”: es una joya de libro para los que nos dedicamos al periodismo, es ruta de viaje y brújula que recuerda el compromiso social de esta profesión que identifica cada 7 de junio, a quienes conmemoramos el “Día de la Libertad de expresión”.
El autor de “Los cínicos no sirven para este oficio”, es un prestigiado y galardonado periodista polaco de nombre: Ryszard Kapuscinski, autor de varios reportajes que hoy son libros indispensables para entender temas socio políticos y conflictos bélicos internacionales.
Kapuscinski, en “Los cínicos no sirven para este oficio”, afirma: “…nuestra profesión no puede ser ejercida correctamente por nadie que sea un cínico. Es necesario diferenciar: una cosa es ser escépticos, realistas y prudentes. Esto es absolutamente necesario, de otro modo, no se podría hacer periodismo. Algo muy distinto es ser cínicos, una actitud incompatible con la profesión de periodista.
El cinismo es una actitud inhumana, que nos aleja automáticamente de nuestro oficio, al menos si uno lo concibe de una forma seria…”
Este libro, a los periodistas, nos lo exigieron en las aulas de la Universidad o lo conocimos por iniciativa propia; resalta y destaca como es evidente, la actitud ética y moral para ejercer esta profesión y no cae nada mal volverlo a leer y tomar bandera ante lo que se avecina luego de los anticipados y previamente anunciados resultados del domingo 1 de junio y principalmente, en vísperas a la aprobación de la ley de Telecomunicaciones.
Vamos por partes: el Día de la Libertad de Expresión se conmemora el 7 de junio, -dentro de poco- fue instaurada en 1951 por los editores de periódicos y el entonces presidente de la República, Miguel Alemán; el espíritu de la Libertad de Expresión, se consagrada y se complementa en los Artículos constitucionales 6 y 7.
Hoy, sin contrapesos en los tres niveles de gobierno, constatado en la mecánica de las Sui Generis elecciones del pasado 1 de junio, el campo es fértil para concretar la La Ley en Materia de Telecomunicaciones y Radiodifusión, y otras más, propuestas por la Presidenta Claudia Sheinbaum.
En un contexto y escenografía de características como estás, el foco rojo entre la Prensa y Gobierno, es que se materialice un proverbio que plantea una sutil pregunta con amenaza encubierta, de parte de quién tiene la sartén por el mango: “¿Estás conmigo o contra mi?”
Los medios de comunicación son un negocio, viven de publicidad y convenios y su respuesta lógica y económicamente sensata, sin dudarlo es: ¡Voto por la supervivencia!
En la comunicación, el dato procesado es la información, proporciona parámetros de referencia e interpretación de la realidad y añade criterio para tomar decisiones y, si el virus de la censura o auto censura contagia, la verdad se tergiversa. Lo cual es igual a caminar entre tinieblas apoyados con el bastón de la manipulación y las medias verdades que al final son una mentira.
Ante estos riesgos latentes por la falta de contrapesos, es doblemente necesario para la subsistencia de la Libertad de Expresión, -por lo menos-, no olvidar, no perder y refrescar el contenido del libro: “Los cínicos no sirven para este oficio”, -por lo menos-, no dejar de lado lo que ahí está manifestado en esencia por Kapuscinski, que:
“…para ejercer el periodismo, ante todo, hay que ser un buen hombre, o una buena mujer: buenos seres humanos. Las malas personas no pueden ser buenos periodistas. Si se es una buena persona se puede intentar comprender a los demás, sus intenciones, su fe, sus intereses, sus dificultades, sus tragedias. Y convertirse, inmediatamente, desde el primer momento, en parte de su destino. Es una cualidad que en psicología se denomina «empatía>». Mediante la empatía, se puede comprender el carácter del propio interlocutor y compartir de forma natural y sincera el destino y los problemas de los demás…”
Ya pasó el día primero de junio y en las urnas, con o sin acordeones, los resultados son inmodificables y hay “zopilotes” como decía AMLO, pero sobre la Libertad de Expresión.
Ahora, se acerca el día 7 de junio, la celebración más importante para un periodista, un comunicólogo y aunque la presidenta ha negado intenciones de censura y ha propuesto modificaciones, la falta de instituciones independientes para garantizar la transparencia y la rendición de cuentas hace que estas promesas sean insuficientes para mitigar los riesgos y las críticas persisten debido a que sin contrapesos efectivos en los tres niveles de gobierno, la Ley de Telecomunicaciones y Radiodifusión propuesta por Sheinbaum tiene un alto riesgo de consolidar un control estatal sobre los medios y las plataformas digitales, lo que impactaría gravemente la Libertad de Expresión.
Finalmente, la lectura de este libro, es solo una sugerencia en este delicado punto de inflexión por la importancia que representa nuestra profesión en el rol social y ese libro sintetiza de una manera contundente, nuestra responsabilidad en este barco y nuestra ética informativa.
Entonces, con este escenario en la incertidumbre, la crítica y la auto reflexión es obligada. No olvidar al colega Kapuscinski: “Los cínicos no sirven para este oficio”.