Muchas veces he escrito sobre el origen de la palabra feminicidio, tan escuchada recientemente en Morelos y Ciudad de México tras el presunto asesinato de la joven Ariadna Fernanda López Díaz, a manos de dos “amigos” suyos en la capital mexicana, para luego ser tirada en un paraje de la autopista La Pera-Cuautla, dentro de la jurisdicción de Tepoztlán.
Este delicado asunto escaló sobremanera, desde el pasado domingo, hasta ayer lunes, cuando la jefa de Gobierno de CDMX, Claudia Sheinbaum Pardo, arremetió en contra del titular de la Fiscalía de Morelos, Uriel Carmona Gándara, a quien acusó de encubrir a uno de los dos presuntos victimarios de Ariadna. El asunto, según se observan las cosas, se tornó rápidamente en político y no legal.
El eslabón más débil en la cadena de hechos parece ser el fiscal morelense, de suyo tan vapuleado por mantener una férrea defensa de la Fiscalía de Morelos como un órgano constitucionalmente autónomo. Su pecado en el espinoso tema de Ariadna Fernanda fue haber convalidado una necropsia efectuada por peritos de la Fiscalía local, cuyo dictamen apuntaba hacia el fallecimiento de Ariadna por alta ingesta de alcohol y broncoaspiración. Esa versión señalaba que la fémina se ahogó con su propio vómito.
Sin embargo, el domingo vimos y escuchamos a la titular de la Fiscalía General de Justicia capitalina, Ernestina Godoy, contradiciendo la necropsia efectuada en Morelos, pues otra llevada a cabo por personal del Instituto de Ciencias Forenses del Tribunal Superior de Justicia de CDMX, a petición de la Fiscalía capitalina, determinó que Ariadna fue severamente golpeada, hasta morir. Y Claudia Sheinbaum salió este lunes a la palestra pública con el objetivo de agredir a Uriel Carmona Gándara, acusándolo de encubrir al principal sospechoso del feminicidio. Éste, por cierto, se entregó la madrugada de ayer en Monterrey.
Aquí le vamos a parar porque las posiciones de las dos fiscalías, así como la aparición pública de la doctora Sheinbaum, politizaron el delicado caso. La tarde de este lunes se sumó la Fiscalía Anticorrupción, a cargo de Juan Salazar Núñez. Solo los jueces, así como peritos altamente especializados, podrán determinar lo que en realidad sucedió.
Empero, me atrevo a suponer, sin conceder, que Uriel Carmona Gándara no es un personaje capaz de prestarse a un montaje de tanta envergadura; jamás porque, con gran sentido común (sigo suponiendo), identifica la fuerza política de Claudia Sheinbaum y su equipo cercano de colaboradores. Hoy por hoy, la jefa de Gobierno se ubica en la antesala de la candidatura presidencial de Morena. Sin embargo, mis suposiciones se reducen en torno al médico legista Samuel Nava Vázquez, director general de Servicios Periciales de la Fiscalía morelense. Desconozco si hubiese decidido, por alguna u otra causa, torcer el dictamen de la primera necropsia, pues el caso de Ariadna Fernanda, cuando llegó al ámbito de la Fiscalía General de Justicia de Morelos, se perfilaba hacia la politización. Sinceramente, espero que ninguno de los servidores públicos de la FGE-Morelos se haya aventurado a tergiversar las indagatorias. En caso de que así haya sucedido y se les pruebe, deberán enfrentar a la justicia.
La víspera le fue mal, muy mal a Uriel Carmona, cuya posición no difiere en nada con la inicial respecto a la primera necropsia, según lo declaró ayer por la mañana a un noticiero de Televisa: Ariadna murió por broncoaspiración. Infortunadamente para el fiscal, las imágenes difundidas ayer por Claudia Sheinbaum, mostrando a Rautel “N” cargando el cuerpo de Ariadna, hacen suponer a cualquiera en el sentido de que ya estaba muerta para luego ser subida a una camioneta, transportada y tirada en un paraje de la autopista La Pera-Cuautla, donde unos ciclistas la encontraron el 2 de noviembre. Las investigaciones ejecutadas por la Fiscalía de CDMX no dejan lugar a dudas en el imaginario colectivo.
EL CONCEPTO DEL FEMINICIDIO
Al comienzo de esta columna mencioné el concepto de feminicidio, surgido luego de que en la LVIII Legislatura federal (2003) se integró una comisión especial para conocer y dar seguimiento a las investigaciones relacionadas con los feminicidios en la República Mexicana y a la procuración de justicia vinculada.
Uno de sus objetivos fue conocer el estado de las averiguaciones abiertas por la Procuraduría General de Justicia de Chihuahua tocante a múltiples asesinatos de mujeres acaecidos en Ciudad Juárez. Dicha comisión parlamentaria se encontraba encabezada por Marcela Lagarde. A esta brillante mujer debemos la aplicación del término feminicidio a ciertos homicidios perpetrados en contra de mujeres.
La voz feminicidio engloba el conjunto de hechos de lesa humanidad que contienen los crímenes y las desapariciones de mujeres. Concurren, en tiempo y espacio, daños contra mujeres realizados por conocidos y desconocidos, por violentos, violadores y asesinos individuales y grupales, ocasionales o profesionales, que conducen a la muerte cruel de algunas de las víctimas.
No todos los crímenes son concertados o realizados por asesinos seriales; los hay seriales e individuales y algunos son cometidos por conocidos: parejas, parientes, novios, esposos, acompañantes, familiares, visitas, colegas y compañeros de trabajo; también son perpetrados por desconocidos y anónimos, y por grupos mafiosos de delincuentes ligados a modos de vida violentos y criminales.
Sin embargo, todos tienen en común que las mujeres son usables, prescindibles, maltratables y desechables. Y, desde luego, todos coinciden en su infinita crueldad y son, de hecho, crímenes de odio contra las mujeres.
El problema para muchos gobernantes y fiscales de justicia es que el término feminicidio casi siempre va de la mano con la politización, aunque en realidad se trata de homicidio calificado, con todas las agravantes establecidas por nuestra legislación penal. La política encima del homicidio de Ariadna Fernanda López Díaz persigue ahora a la Fiscalía de Morelos.