1.- La violencia tiene origen
2.- Pepe Casas
3.- Elección: SNTE
4.- Gabinete; cambios
1.- La violencia tiene un origen, un principio, un detonante, una base; no se genera de manera espontánea. Nadie, a menos que sea por alguna situación patológica, puede ir por la vida sintiendo placer por la trata de personas, el secuestro, la tortura y el crimen.
Además de las presiones económicas, ese deseo desmedido de salir de la pobreza de un solo tirón, que sea aquí y ahora, la ambición desmedida, está también el anhelo del poder, de decidir sobre el destino de los demás, tener la vida de los otros en la punta de su pistola y determinar en qué momento y cómo ejecutar.
Estas conductas tienen como inicio la violencia sufrida, el que, antes, casi siempre muchas veces, otros abusaron de él, lo que generó un resentimiento contumaz que en algún momento de la vida estalla y, casi siempre, incontrolable, brutal hasta el paroxismo, la pérdida de la razón, al menos en la primera vez, que después se vuelve una forma de ser, una costumbre, hasta que es insaciable. Un día encontrará la muerte propia, y de manera por demás inhumana.
A un salvajismo viene otro peor, es el devenir, es la búsqueda de nuevos placeres, es la forma en que sale la frustración, los ataques sufridos, las palizas que le dio la vida desde siempre, las humillaciones, el hambre y el abuso de los otros que, a su vez, pasaron por los mismos procesos que se fueron metiendo en la sangre y matando la sensibilidad, que desaparecieron paulatinamente al ser humano para convertirlo en una máquina de asesinar, y si es con paciencia, mejor, pues a cada grito ahogado arrancado a la víctima, crece la sed de venganza, se llega a la satisfacción, y lejos de conmoverse, arrecia en el torturador el placer de matar, y si lo hace frente a familiares de la víctima, en la locura, en el frenesí de la desproporción, mucho mejor, porque son dos los sufrimientos y súplicas que escucha el individuo que está fuera de sí, metido en lo suyo.
Cuánto rencor acumulado, cuántos golpes recibidos, cuánta hambre pasada, que fue llevando al deseo de venganza no contra el que la hizo, sino contra la humanidad, contra el que sea, el que está próximo para descargar toda su ira en cada trazo, hasta que llegue la muerte y más allá, en eso que no se puede llamar animalezco porque no creo que haya animales así, sino en lo humanezco, porque es la razón de la sinrazón.
Cometer delitos de esta índole no se puede hacer si no se está en una postura que linda en la histeria y la negación de todo para dar rienda suelta al envenenado placer de arrancar la vida al otro, lo más lento que sea posible, y si se puede decidir cuándo arrancar el último suspiro, es mejor, más placentero.
¿Quién es el culpable?. ¡Claro que es la sociedad!.
Es un ser no deseado desde que se concibe, que, además, llega a un remedo de familia donde la promiscuidad, la violencia, la embriaguez, la pobreza, la necesidad y el hambre son de todos los días, lo que alimenta a la persona, y luego, el contacto con el resto del mundo es igual o más violento de lo que se padece en el interior; es la escuela que es un símil de una cárcel y un maestro que más se asemeja a un verdugo, es la humillación, es el encuentro con una segunda y hasta una tercera violencia y ataque brutal, y el círculo, lejos de buscar el remedio, opta por la salida fácil, “que se vaya, que nadie lo quiere; un día matará a alguien”, y se actúa así por falta de preparación del personal, pero también por ausencia de especialistas en el estado que procuren encausar a estos jóvenes hacia la mejor manera de sacar sus frustraciones y la violencia que se fue gestando desde el día en que se supo que vendría al mundo, ni siquiera al nacer.
¿Cuántos reportes existen ante la autoridad en los Dif municipales y estatales sobre estos niños que llevan la violencia en sí?, ¿y cuántos tienen un seguimiento para que no caigan en la violencia?, ¿a cuántos sólo se les deja el camino de una cárcel, como se llame?, ¿y para qué, sólo para perfeccionar sus métodos o encontrar otros cada vez más violentos, en donde la vida es la muerte permanente?. Sí, vida y muerte en uno mismo, indivisible, una dicotomía, un monstruo de dos cabezas donde uno es peor que el otro.
Un día el violento encuentra la tumba propia. Los titulares en los periódicos celebran el hecho, la sociedad, sádica de sí, también, se pone la mascarada para no reconocer que ella es la responsable de lo que le sucedió al otro, es la responsable de sus crímenes y de su asesinato.
A su primer delito no le dio la oportunidad de regenerarse, sino que le entregó la cárcel, la represión brutal y no la oportunidad de regenerarse, de mostrarle que la vida no sólo es la violencia que siempre ha conocido, sino también la risa, la amistad, el afecto y el amor; la fraternidad. Nada de eso se le dio y todavía se le llama asesino, sicario, halcón, un peligro social.
La sociedad genera sus propios delincuentes, y son más peligrosos, mientras más descuido haya de su conducta.
En cada asesino, en cada asesinato, está la mano de la sociedad que los origina.
2.- Pepe Casas es otro de los personajes que no debe desaparecer de la política porque es valioso; ha dado muestras de valentía, de deseos de trabajar por el estado; es un mucho de incomprendido, es brutal también, pero tiene muchas cualidades. Ojalá y encuentre pronto el respaldo para que retorne a la política y al servicio social.
3.- Viene ya la elección de la Sección XIX, el cambio de comité, y siempre es el deseo de que sea aterciopelado, que no deje huellas, sino que sea para conformar una estructura en la que quepan todas las tendencias y que exista como base la defensa de los derechos laborales y sociales de sus agremiados. A veces creo que se toma muy a la ligera, y eso me preocupa porque se puede provocar la llegada de personajes siniestros.
4.- Parece ser que vienen cambios en el gabinete del Cuauh, y es que, fuera del área educativa y en otra más por ahí, en casi todas las demás le han quedado a deber al gobernador en particular y a la sociedad en general, y, lo peor, es que creen que lo hacen bien.